El destino del Mundo
Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos
sábado, 5 de marzo de 2016
UN SALVADOR OS HA NACIDO
De sus vastos dominios alcanzó hasta los moradores de las colinas de Galilea.
Como antaño Ciro fue llamado al trono del imperio universal para que libertase
a los cautivos de Jehová, así también Augusto César hubo de cumplir el
propósito de Dios de traer a la madre de Jesús a Belén. Ella era del linaje de
David; y el Hijo de David debía nacer en la ciudad de David. De Belén, había
dicho el profeta, "saldrá el que será Señor en Israel; cuya procedencia es desde
el principio, desde los días de la eternidad." (Miqueas 5: 2) Pero José y María
no fueron reconocidos ni honrados en la ciudad de su linaje real. Cansados y sin
hogar, siguieron en toda su longitud la estrecha calle, desde la puerta de la
ciudad hasta el extremo oriental, buscando en vano un lugar donde pasar la
noche. No había sitio para ellos en la atestada posada. Por fin, hallaron refugio
en un tosco edificio que daba albergue a las bestias, y allí nació el Redentor del
mundo. Sin que lo supieran los hombres, las nuevas llenaron el cielo de
regocijo. Los seres santos del mundo de luz se sintieron atraídos hacia la tierra
por un interés más profundo y tierno. El mundo entero quedó más
resplandeciente por la presencia del Redentor. Sobre los collados de Belén se
reunieron innumerables ángeles a la espera de una señal para declarar las
gratas nuevas al mundo. Si los dirigentes de Israel hubieran sido fieles, podrían
haber compartido el gozo de anunciar el nacimiento de Jesús. Pero hubo que
pasarlos por alto. Dios declaró: "Derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre
la tierra árida." "Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos." (Isaías 44: 3;
Salmo 112: 4) Para los que busquen la luz, y la acepten con alegría, brillarán los
esplendentes rayos del trono de Dios
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