El destino del Mundo
Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos
domingo, 13 de marzo de 2016
LA TENTACION
Este capítulo está basado en Mateo 4: 1-11; Marcos 1: 12,13; Lucas 4: 1-13.
"Y JESÚS, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu
al desierto." Las palabras de Marcos son aun más significativas. El dice: "Y luego
el Espíritu le impele al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era
tentado de Satanás; y estaba con las fieras." "Y no comió cosa en aquellos
días." Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, fue llevado por el
Espíritu de Dios. El no invitó a la tentación. Fue al desierto para estar solo, para
contemplar su misión y su obra. Por el ayuno y la oración, debía fortalecerse
para andar en la senda manchada de sangre que iba a recorrer. Pero Satanás
sabía que el Salvador había ido al desierto, y pensó que ésa era la mejor
ocasión para atacarle.
Grandes eran para el mundo los resultados que estaban en juego en el conflicto
entre el Príncipe de la Luz y el caudillo del reino de las tinieblas. Después de
inducir al hombre a pecar, Satanás reclamó la tierra como suya, y se llamó
príncipe de este mundo. Habiendo hecho conformar a su propia naturaleza al
padre y a la madre de nuestra especie, pensó establecer aquí su imperio.
Declaró que el hombre le había elegido como soberano suyo. Mediante su
dominio de los hombres, dominaba el mundo. Cristo había venido para
desmentir la pretensión de Satanás. Como Hijo del hombre, Cristo iba a
permanecer leal a Dios. Así se demostraría que Satanás no había obtenido
completo dominio de la especie humana, y que su pretensión al reino del
mundo era falsa. Todos los que deseasen liberación de su poder, podrían ser
librados. El dominio que Adán había perdido por causa del pecado, sería
recuperado. Desde el anuncio hecho a la serpiente en el Edén: "Y enemistad
pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya,” (Génesis 3:
15) Satanás sabía que no ejercía dominio absoluto sobre el mundo. Veía en los
hombres la obra de un poder que resistía a su autoridad. Con intenso interés,
consideró los sacrificios ofrecidos por Adán y sus hijos. En esta ceremonia
discernía el símbolo de la comunión entre la tierra y el cielo. Se dedicó a
interceptar esta comunión. Representó falsamente a Dios, así como los ritos
que señalaban al Salvador. Los hombres fueron inducidos a temer a Dios como
a un ser que se deleitaba en la destrucción. Los sacrificios que debían revelar su
amor, eran ofrecidos únicamente para apaciguar su ira. Satanás excitaba las
malas pasiones de los hombres a fin de asegurar su dominio sobre ellos.
Cuando fue dada la palabra escrita de Dios, Satanás estudió las profecías del
advenimiento del Salvador. De generación en generación, trabajó para cegar a
la gente acerca de esas profecías, a fin de que rechazase a Cristo en ocasión de
su venida.
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