El destino del Mundo
Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos
martes, 15 de marzo de 2016
LA VICTORIA
"Entonces el diablo le pasa a la santa ciudad, y le
pone sobre las almenas del templo, y le dice: Si eres Hijo
de Dios, échate abajo; que escrito está: A sus ángeles
mandará por ti, y te alzarán en las manos, para que nunca
tropieces con tu pie en piedra."
Satanás supone ahora que ha hecho frente a Jesús en
su propio terreno. El astuto enemigo le presenta palabras
procedentes de la boca de Dios. Se da todavía por un
ángel de luz y evidencia conocer las Escrituras y
comprender su significado. Como Jesús empleó antes la
Palabra de Dios para sostener su fe, el tentador la usa
ahora para apoyar su engaño. Pretende haber estado tan
sólo probando la fidelidad de Jesús, y elogia su firmeza.
Como el Salvador había manifestado confianza en Dios,
Satanás le insta a dar otra prueba de su fe.
Pero otra vez la tentación va precedida de la insinuación
de desconfianza: "Si eres Hijo de Dios." Cristo se sintió
tentado a contestar al "si;" pero se abstuvo de la menor
aceptación de la duda; No podía hacer peligrar su vida a
fin de dar pruebas a Satanás.
El tentador pensaba aprovechar de la humanidad de
Cristo e incitarle a la presunción. Pero aunque Satanás
puede instar, no puede obligar a pecar. Dijo, pues, a
*
Este capítulo está basado en Mateo 4 :5-11; Marcos 1 :12, 13; Lucas
4 :5-13.
126 EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES
Jesús: "Échate abajo," sabiendo que no podía arrojarle,
porque Dios se interpondría para librarle. Ni podía Satanás
obligar a Jesús a arrojarse. A menos que Cristo cediese a
la tentación, no podía ser vencido. Ni aun todo el poder de
la tierra o del infierno podía obligarle a apartarse en un
ápice de la voluntad de su Padre.
El tentador no puede nunca obligarnos a hacer lo malo.
No puede dominar nuestra mente, a menos que la
entreguemos a su dirección. La voluntad debe consentir y
la fe abandonar su confianza en Cristo, antes que Satanás
pueda ejercer su poder sobre nosotros. Pero todo deseo
pecaminoso que acariciamos le [101] da un punto de
apoyo. Todo detalle en que dejamos de alcanzar la norma
divina es una puerta abierta por la cual él puede entrar
para tentarnos y destruirnos. Y todo fracaso o derrota de
nuestra parte le da ocasión de vituperar a Cristo.
Cuando Satanás citó la promesa: "A sus ángeles
mandará por ti," omitió las palabras: "que te guarden en
todos tus caminos;" es decir, en todos los caminos que
Dios haya elegido. Jesús se negó a salir de la senda de la
obediencia. Aunque manifestaba perfecta confianza en su
Padre, no quería colocarse, sin que le fuera ordenado, en
una posición que justificase la intervención de su Padre
para salvarle de la muerte. No quería obligar a la
Providencia a acudir en su auxilio, y dejar de dar al hombre
un ejemplo de confianza y sumisión.
Jesús declaró a Satanás: "Escrito está además: No
tentarás al Señor tu Dios." Estas palabras fueron dirigidas
por Moisés a los hijos de Israel cuando tenían sed en el
desierto, y exigieron que Moisés les diese agua,
exclamando: "¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?”
(Éxodo 17:7) Dios había obrado maravillosamente en
LA VICTORIA 127
favor suyo; sin embargo, al verse en dificultades, dudaron
de él, y exigieron pruebas de que estaba con ellos. En su
incredulidad, trataron de probarle. Satanás instaba a Cristo
a hacer lo mismo. Dios había testificado ya de que Jesús
era su Hijo; y ahora pedir pruebas de que era el Hijo de
Dios era dudar de la Palabra de Dios, era tentarle. Y se
podía hacer lo mismo al pedir lo que Dios no había
prometido. Era manifestar desconfianza; en realidad,
tentarle. No debemos presentar nuestras peticiones a Dios
para probar si cumplirá su palabra, sino porque él la
cumplirá; no para probar que nos ama, sino porque él nos
ama. "Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es
menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y
que es galardonador de los que le buscan." (Hebreos 11:
6)
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