«El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; el conocimiento del Santísimo es la inteligencia». Proverbios 9: 10

ASÍ COMO SUCEDIÓ con nuestro Salvador, estamos en este mundo para servir a Dios. Estamos aquí para asemejarnos a Dios en carácter, y mostrarlo al mundo por medio de una vida de servicio. Para ser colaboradores con Dios, a fin de ser semejantes a él y revelar su carácter, debemos conocerle tal como es, tal como él mismo se revela.

El conocimiento de Dios es el fundamento de toda verdadera educación y de todo servicio verdadero. Es la única salvaguardia contra la tentación. Es también lo único que puede hacernos semejantes a Dios en carácter. Tal es el conocimiento que necesitan cuantos trabajan a favor de sus semejantes. La transformación del carácter, la pureza de vida, la eficacia en el servicio; la adhesión a los principios verdaderos, todo esto depende del verdadero conocimiento de Dios. Este conocimiento es la preparación esencial para esta vida y para la futura. […]

Los elementos de la naturaleza que ahora contemplamos nos dan apenas un débil concepto de la gloria del Edén. El pecado afectó la belleza de la tierra, y por todas partes pueden verse los estragos del mal. No obstante, queda aún mucha hermosura. La naturaleza atestigua que un Ser infinito en poder, grande en bondad, misericordia y amor, creó la tierra y la llenó de vida y de alegría. Aunque deteriorada, la naturaleza manifiesta la obra de la mano del gran Artista y Maestro. Por dondequiera que nos volvamos, podemos oír la voz de Dios y ver evidencias de su bondad.

Desde el solemne retumbar del trueno y el bramido incesante del viejo océano, hasta los alegres cantos que hacen de las selvas un concierto de melodías, las miles de voces de la naturaleza entonan las alabanzas de Dios. Contemplamos su gloria en la tierra, en el mar y en el firmamento, con sus maravillosos tintes y colores, que varían en grandioso contraste o se armonizan unos con otros. Los perennes collados nos hablan de su poder. Los árboles que hacen ondear sus verdes banderas bajo los rayos del sol, y las flores en su delicada belleza, nos señalan al Creador. El vivo verdor que alfombra la tierra nos habla del solícito cuidado de Dios por sus criaturas más pequeñas. Las cavernas del mar y las profundidades de la tierra revelan sus tesoros. […] Todo el brillo y la belleza que adornan la tierra e iluminan los cielos, hablan de Dios