Devoción Matutina para Adultos 2017 | Cavar profundo
«De tus mandamientos he adquirido inteligencia». Salmo 119: 104
SEGÚN LA
LEY DE DIOS, tanto la fortaleza física, como la mental y espiritual se
adquieren por medio del esfuerzo. El desarrollo se obtiene por medio del
ejercicio. De acuerdo con esta ley, Dios ha provisto en su Palabra los
medios necesarios para el desarrollo mental y espiritual.
La Biblia
contiene todos los principios que los seres humanos necesitamos
comprender, a fin de prepararnos para esta vida y para la venidera.
Todos podemos comprender estos principios. Nadie que esté dispuesto a
apreciar la enseñanza de las Escrituras puede leer un solo pasaje sin
obtener de él algún pensamiento útil. Pero la enseñanza más valiosa de
la Biblia no se obtiene por medio de un estudio ocasional o aislado. Su
gran sistema de verdad no se presenta de tal manera que pueda
descubrirlo el lector apresurado o descuidado. Muchos de sus tesoros
están lejos de la superficie, y solo pueden ser obtenidos por medio de
una investigación diligente y de un esfuerzo continuo. Las verdades que
forman el gran todo deben ser buscadas y reunidas «un poquito allí, otro
poquito allá» (Isa. 28: 10, RV60).
Una vez
buscadas y reunidas, corresponderán perfectamente unas con otras. Cada
Evangelio complementa los demás; una profecía explica la otra; cada
verdad desarrolla otra verdad. El evangelio explica los símbolos del
sistema judaico. Cada principio de la Palabra de Dios tiene su lugar;
cada hecho, su relación. Y la estructura completa, tanto en su propósito
como en su ejecución, da testimonio de su Autor. Solo el Ser infinito
pudo concebir y dar forma a esa estructura.
Al buscar
las diferentes partes y al estudiar su relación, entran en actividad
las facultades superiores de la mente humana. Nadie puede emprender ese
estudio sin que se desarrolle su mente.
Y el
valor intelectual del estudio de la Biblia no consiste solamente en
investigar la verdad y descubrir su estructura íntima, sino también en
el esfuerzo requerido para abarcar los temas presentados. La mente
ocupada solamente con asuntos cotidianos se empequeñece y debilita. Si
nunca se empeña en comprender verdades grandes y de vasto alcance,
después de un tiempo pierde la capacidad de crecer. Como salvaguardia
contra esa degeneración, y como estímulo para el desarrollo, nada puede
igualar al estudio de la Palabra de Dios
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