El destino del Mundo

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lunes, 13 de febrero de 2017

Devoción Matutina para Adultos 2017 | Problemas familiares


A MUY TEMPRANA EDAD, Jesús se había hecho responsable de la formación de su carácter, y ni siquiera el respeto y el amor por sus padres podían apartarlo de la obediencia a la Palabra de Dios. La declaración: «Escrito está» constituía su razón para todo acto que difería de las costumbres familiares. Pero la influencia de los rabinos le amargaba la vida. Aun en su juventud tuvo que aprender la dura lección del silencio y la paciente tolerancia.

Sus hermanos, como se llamaba a los hijos de José, se ponían del lado de los rabinos. Insistían en que debían seguirse las tradiciones como si fuesen requerimientos de Dios. Hasta tenían los preceptos de los hombres en más alta estima que la Palabra de Dios, y les molestaba mucho sabiduría de Jesús al distinguir entre lo falso y lo verdadero. Condenaban su estricta obediencia a la ley de Dios como terquedad. Les asombraba el conocimiento y la sabiduría que demostraba al contestar a los rabinos. Sabían que no había recibido instrucción de los sabios, pero no podían menos que ver que los instruía a ellos. Reconocían que su educación era de un carácter superior a la de ellos. Pero no comprendían que tenía acceso al árbol de la vida, a una fuente de conocimientos que ellos ignoraban. […]

Jesús siempre mostraba interés por los demás, e impartía la luz de una piedad alegre a todos los que le rodeaban. Todo esto reprendía a los fariseos. Demostraba que la religión no consiste en egoísmo, y que su mórbida devoción al interés personal distaba mucho de ser verdadera piedad. Esto había despertado su enemistad contra Jesús, de manera que procuraban obtener por la fuerza su conformidad a los reglamentos de ellos. […]

Esta situación desagradaba a los hermanos de Jesús. Siendo mayores que él, les parecía que debía estar sometido a sus dictados. Lo acusaban de creerse superior a ellos, y lo reprendían por colocarse más arriba que los maestros, sacerdotes y gobernantes del pueblo. Con frecuencia lo amenazaban y trataban de intimidarlo; pero él seguía adelante, haciendo de las Escrituras su guía.

Jesús amaba a sus hermanos y los trataba con bondad; pero ellos estaban celosos de él y manifestaban la incredulidad y el desprecio más acérrimos. No podían comprender su conducta.




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