El destino del Mundo

Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos

martes, 21 de febrero de 2017

Devoción Matutina para Adultos 2017 | El evangelio al mundo

CRISTO ANUNCIÓ LAS SEÑALES de su venida. Declaró que podemos saber cuándo está cerca, aun a las puertas. Dice de aquellos que vean estas señales: «No pasará esta generación hasta que todo esto acontezca» (Mat. 24: 34). Estas señales han aparecido. Podemos saber con seguridad que la venida del Señor está cercana. «El cielo y la tierra pasarán —dice— mas mis palabras no pasarán» (Mat. 24: 35). […]

El tiempo exacto de la segunda venida del Hijo del hombre es un misterio de Dios. […]

En la profecía referente a la destrucción de Jerusalén, Cristo dijo: «Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin» (Mat. 24: 12-14). Esta profecía volverá a cumplirse. La maldad de aquellos tiempos se repetirá en esta generación. Lo mismo ocurrirá con la predicación del evangelio. Antes de la caída de Jerusalén, Pablo, escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, declaró que el evangelio había sido predicado a «toda criatura que está debajo del cielo» (Col. 1: 23). Así también ahora, antes de la venida del Hijo del hombre, el evangelio eterno ha de ser predicado «a toda nación y tribu, lengua y pueblo» (Apoc. 14: 6).

Dios «ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo» (Hech. 17: 31). Cristo nos dice cuándo ha de iniciarse ese día. No afirma que todo el mundo se convertirá, sino que «será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin» (Mat. 24: 14). Mediante la proclamación del evangelio al mundo, está a nuestro alcance apresurar la venida de nuestro Señor. No solo hemos de esperar la venida del día de Dios, sino apresurarla (2 Ped. 3: 12). Si la iglesia de Cristo hubiese hecho su obra como el Señor lo ordenó, todo el mundo habría sido ya amonestado, y el Señor Jesús habría venido a nuestra tierra con poder y grande gloria. […]

Los que aguardan la venida de su Señor no esperan en ociosa expectativa. […] Velan pero también trabajan fervientemente, pues saben que el Señor está a las puertas. Cooperan activamente con los seres divinos y trabajar para la salvación de las almas.





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