El destino del Mundo
Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos
martes, 28 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | Al pie de la cruz
QUIENES SE ENCUENTRAN al pie de la cruz no se glorían de sí mismos, tampoco pretenden arrogantemente estar libres de pecado. Para ellos resulta obvio que sus pecados fueron la causa de la agonía que padeció el Hijo de Dios; y este pensamiento les inspira profunda humildad. Los que viven más cerca de Jesús son también los que perciben mejor la fragilidad y culpabilidad de la humanidad, y cifran su esperanza únicamente en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado.
La santificación, tal como muchos la entienden en el mundo religioso actual, conduce al orgullo espiritual y al menosprecio de la ley de Dios, pues se presenta como ajena a la religión de la Biblia. Sus defensores señalan que la santificación es una obra instantánea, por la cual, mediante la fe solamente, alcanzan perfecta santidad. «Tan solo cree —dicen— y alcanzarás la bendición». Según ellos, no se necesita mayor esfuerzo de parte del que recibe la bendición. Al mismo tiempo niegan la autoridad de la ley de Dios y afirman que no es necesario guardar los mandamientos. ¿Pero será acaso posible que alcancemos la santidad y estemos de acuerdo con la voluntad y el modo de ser de Dios, si no nos ponemos primero en armonía con los principios que expresan su naturaleza y voluntad, y muestran lo que le agrada?
El deseo de llevar una religión fácil, que no exija luchas, ni desprendimiento, ni ruptura con los excesos del mundo, ha hecho popular la doctrina de la fe, y la fe sola; ¿pero qué dice la Palabra de Dios? […]
El testimonio de la Palabra de Dios se opone a esta doctrina dañina de la fe sin obras. No es fe pretender el favor del cielo sin cumplir las condiciones necesarias para que se nos conceda la gracia. Esto es presunción, pues la fe verdadera se basa en las promesas y disposiciones de las Sagradas Escrituras.
Nadie se engañe a sí mismo creyendo que puede volverse santo mientras viole uno de los mandamientos de Dios. Un pecado cometido deliberadamente acalla la voz del Espíritu Santo y separa al alma de Dios. […] No podemos reconocer a nadie como santo sin haberle comparado primero con la única regla de santidad que Dios ha establecido en el cielo y en la tierra.
domingo, 26 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | El nuevo nacimiento
Si hubiese sido posible cambiar la ley o aboliría, entonces Cristo no habría tenido por qué morir para salvar a la humanidad de la condenación del pecado. La muerte de Cristo, lejos de abolir la ley, demuestra que es inmutable. […]
La ley de Dios, por su naturaleza misma, es inmutable. Es una revelación de la voluntad y del carácter de su Autor. Dios es amor, y su ley es amor. Sus dos grandes principios son el amor a Dios y al prójimo. «El amor es el cumplimiento de la ley» (Rom. 13: 10, NVI). El carácter de Dios es justicia y verdad, por lo tanto su ley también lo es. Dice el salmista: «Tu ley es la verdad»; «todos tus mandamientos son justos» (Sal. 119: 142, 172, NVI). Y el apóstol Pablo declara: «La ley a la verdad es santa, y el mandamiento, santo, justo y bueno» (Rom. 7: 12). Semejante ley, que es la expresión del pensamiento y de la voluntad de Dios, debe ser tan duradera como su Autor.
Por medio de la conversión y de la santificación somos reconciliados con Dios, nuestras vidas pueden llegar a estar de acuerdo con los principios de su ley. Al principio el ser humano fue creado a la imagen de Dios [ver Gén. 1: 26]. Estaba en perfecta armonía con la naturaleza y la ley de Dios; los principios de justicia estaban grabados en su corazón. Pero el pecado nos separó de nuestro Creador. Ya no reflejamos la imagen divina. El pecado nos ha puesto en guerra con los principios de la ley de Dios. «La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo» (Rom. 8: 7, NVI). Pero la Biblia también presenta la solución: «de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito» (Juan 3: 16), para reconciliarnos con Dios. Por los méritos de Cristo puede restaurarse la armonía entre Dios y la humanidad. Pero para esto nuestro corazón necesita ser renovado por la gracia divina; debe recibir nueva vida de lo alto. Este cambio es el nuevo nacimiento, sin el cual, según expuso Jesús, nadie «puede ver el reino de Dios» (Juan 3: 3).
El primer paso hacia la reconciliación con Dios, es la convicción del pecado. «El pecado es transgresión de la ley». «Por medio de la ley es el conocimiento del pecado» (1 Juan 3: 4; Rom. 3: 20). Solo cuando contemplamos la elevada norma de justicia que Dios ha establecido podemos reconocer nuestra culpabilidad. La ley de Dios es un espejo que nos muestra un carácter perfecto y justo, y nos permite discernir los defectos de nuestro propio carácter.
sábado, 25 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | El poder de la voluntad
EL REDENTOR DEL MUNDO acepta a los seres humanos tal como son, con todas sus necesidades, imperfecciones y debilidades, y no solamente los limpiará de pecado y les concederá redención por su sangre, sino que satisfará el anhelo de todos los que consientan en llevar su yugo y su carga. Es su designio dar paz y descanso a quienes acudan a él en busca del pan de vida. Solo nos pide que cumplamos los deberes que guiarán nuestros pasos a las alturas de una dicha inefable que los desobedientes jamás podrán alcanzar. Para disfrutar de una vida abundante y dichosa «el secreto es: Cristo vive en ustedes. Eso les da la seguridad de que participarán de su gloria» (Col. 1: 27, NTV).
Muchos se preguntan: «¿Cómo me entregaré a Dios?». Tú deseas hacer su voluntad, pero eres moralmente débil, esclavo de la duda y dominado por los hábitos de tu vida pecaminosa. Las promesas y resoluciones que haces son tan frágiles como telarañas. No puedes gobernar tus pensamientos, impulsos y afectos. El recuerdo de tus promesas no cumplidas y de tus votos quebrantados debilita la confianza que tenías en tu propia sinceridad, y te induce a sentir que Dios no puede aceptarte; pero no tienes por qué desesperarte. Lo que necesitas es tomar conciencia del verdadero poder de la voluntad. Este es el poder gobernante en la naturaleza del ser humano, la facultad de decidir o elegir. Todo depende de la correcta acción de la voluntad. Dios nos dio a los seres humanos la capacidad de elegir; así que nos toca ejercerla. Tú no puedes cambiar tu corazón, ni entregar por ti mismo tus afectos a Dios, pero puedes elegir servirle. Puedes entregarle tu voluntad para que él produzca en ti tanto «el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Fil. 2: 13). De ese modo tu naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo, tus afectos se concentrarán en él y tus pensamientos se pondrán en armonía con los suyos.
La intención de ser bondadoso y santo es loable; pero si no pasas de ahí, de nada te servirá. Muchos, esperando y deseando ser cristianos, se perderán. No llegan al punto de someter su voluntad a Dios. Nunca toman la decisión de ser cristianos.
Por medio del debido ejercicio de la voluntad puede obrarse un cambio completo en tu vida. Al entregar tu voluntad a Cristo, te unes con el poder que «es la cabeza de todo principado y potestad» (Col. 2: 10) y recibirás poder de lo alto para permanecer firme. Si te entregas todos los días a Dios estarás capacitado para vivir una vida nueva, es decir, la vida de la fe.
viernes, 24 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | ¿Qué tiene de malo postergar?
TEN CUIDADO con las dilaciones. No postergues el abandono de tus pecados ni la búsqueda de la pureza del corazón por medio del Señor Jesús. En esto es donde son incontables los que han errado a costa de su perdición eterna. No incidiré aquí en la brevedad e incertidumbre de la vida; pero se corre un terrible peligro, que no se comprende lo suficiente, cuando se posterga el acto de ceder a la voz suplicante del Espíritu Santo de Dios y se prefiere vivir en el pecado, porque tal demora consiste realmente en eso. No se puede continuar en el pecado, por pequeño que se lo considere, sin correr el riesgo de una pérdida infinita. Lo que no venzamos nos vencerá a nosotros y nos destruirá.
Adán y Eva se convencieron de que algo tan insignificante como el hecho de comer el fruto prohibido no podía tener consecuencias tan terribles como las que Dios había anunciado. Pero aquel pequeño acto era una transgresión de la santa e inmutable ley de Dios, que separó de su Creador a la primera pareja y abrió las puertas a través de las cuales se precipitaron sobre nuestro mundo la muerte e innumerables desgracias. Como consecuencia de la desobediencia de nuestros primeros padres, siglo tras siglo nuestro planeta se ha lamentado con aflicción y «toda la creación hasta ahora gime a una, y sufre como si tuviera dolores de parto» (Rom. 8: 22 RVC). El cielo mismo ha sentido los efectos de la rebelión del ser humano contra Dios. El Calvario se destaca como un recordatorio del asombroso sacrificio que se requirió para expiar la transgresión de la ley divina. No consideremos pues el pecado como algo trivial.
Toda transgresión, todo descuido o rechazo de la gracia de Cristo, obra indirectamente sobre nosotros; endurece el corazón, deprava la voluntad, entorpece el entendimiento, y no solo nos vuelve menos inclinados a ceder, sino también menos capaces de oír las tiernas súplicas del Espíritu Santo de Dios. […]
Un solo rasgo negativo en el carácter, un solo deseo pecaminoso, persistentemente albergado, neutraliza a veces todo el poder del evangelio. Cada vez que uno cede al pecado, se fortalece la aversión del alma hacia Dios. El hombre y la mujer que manifiestan un descreído atrevimiento o una insensible indiferencia hacia la verdad, no están más que recogiendo la cosecha de su propia siembra. En toda la Escritura no hay amonestación más terrible contra el hábito de jugar con el mal que estas palabras del sabio: «Al malvado lo atrapan sus malas obras» (Prov. 5: 22, NVI).
jueves, 23 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | Pedir el arrepentimiento
LA MISMA DIVINA Inteligencia que interviene en toda la naturaleza habla a los corazones de los seres humanos, y crea en ellos un indecible deseo de algo que no poseen. Nada de este mundo puede satisfacer ese anhelo. El Espíritu de Dios les suplica que busquen lo único que les puede dar paz y quietud: la gracia de Cristo y el goce de la santidad. Por medio de influencias visibles e invisibles, nuestro Salvador está constantemente obrando para atraer el corazón de las mujeres y los hombres y apartarlos de los vanos placeres del pecado para llevarlos a las infinitas bendiciones que pueden obtener de él. A todas esas almas que procuran vanamente beber en las «cisternas rotas» (Jer. 2: 13) de este mundo, se dirige el mensaje divino «El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida» (Apoc. 22: 17, NVI).
Si en tu corazón existe uñ anhelo de algo mejor que cuanto este mundo pueda ofrecer, reconoce en ese deseo la voz de Dios que te está hablando. Pídele que te dé arrepentimiento, que te revele a Cristo en su amor infinito y en su pureza absoluta. En la vida del Salvador fueron perfectamente ejemplificados los principios de la ley de Dios: el amor a Dios y a la humanidad. La benevolencia y el amor desinteresado fueron la vida de su alma. Cuando contemplamos al Redentor, y su luz nos inunda, es cuando vemos la pecaminosidad de nuestro corazón.
Podemos lisonjearnos, como Nicodemo, de que nuestra vida ha sido íntegra, de lo correcto que es nuestro carácter moral, y pensar que no necesitamos humillar nuestro corazón delante de Dios como el pecador común; pero cuando la luz de Cristo resplandezca en nuestra alma, veremos lo impuros que somos: nos percataremos del egoísmo de nuestras motivaciones y de nuestra enemistad con Dios, que han manchado todos los actos de nuestra vida. Entonces nos daremos cuenta de que nuestra propia justicia es realmente como «trapos de inmundicia» (Isa. 64: 6) y que solamente la sangre de Cristo puede limpiarnos de la contaminación del pecado y moldear nuestro corazón a la semejanza del Señor.
Un rayo de la gloria de Dios, una vislumbre de la pureza de Cristo, que penetre en el alma, hace dolorosamente visible toda mancha de pecado, y descubre la deformidad y los defectos del carácter humano. Hace patentes los deseos profanos, la incredulidad del corazón […].
El alma así conmovida odiará su egoísmo y amor propio, y mediante la justicia de Cristo buscará la pureza de corazón que armoniza con la ley de Dios y con el carácter de Cristo.
lunes, 20 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | Buscar a Dios
NINGÚN APÓSTOL o profeta pretendió haber vivido sin pecado. Hombres y mujeres que han vivido cerca de Dios, que sacrificaron sus vidas antes de cometer a sabiendas un acto pecaminoso, hombres y mujeres a quienes Dios honró con luz divina y poder, reconocieron su naturaleza pecaminosa. No confiaron en ellos mismos, no pretendieron poseer una justicia propia, sino que confiaron plenamente en la justicia de Cristo.
Así debe ser con todos los que contemplan a Jesús. Cuanto más nos acerquemos a él y cuanto más claramente discernamos la pureza de su carácter, tanto más claramente veremos la gravedad del pecado y tanto menos tentados nos sentiremos a exaltarnos a nosotros mismos. Nos esforzaremos continuamente para acercarnos a Dios y confesaremos nuestros pecados con dolor y humillación ante él. En cada paso que avancemos en la senda cristiana, nuestro arrepentimiento será más profundo. Nos daremos cuenta de que solo Cristo es autosuficiente y haremos eco de la confesión del apóstol: «Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien». «Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo» (Rom. 7: 18; Gál. 6: 14).
Permitamos que los ángeles escriban la historia de nuestra guerra contra el pecado y registren nuestras oraciones y lágrimas; pero no permitamos que Dios sea deshonrado por la declaración hecha por labios humanos: No tengo pecado; soy santo. Los labios de una persona que de verdad haya sido santificada nunca pronunciarán tan presuntuosas palabras. […]
Mírense en el espejo de la ley de Dios aquellos que se sientan inclinados a hacer una elevada profesión de santidad. Cuando vean sus elevadas exigencias y comprendan cómo ella discierne los pensamientos e intenciones del corazón, no se jactarán de su supuesta impecabilidad. «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso y su palabra no está en nosotros». (1 Juan 1: 8-10). […]
Si permanecemos en Cristo, si el amor de Dios habita en el corazón, nuestros sentimientos, pensamientos y acciones estarán de acuerdo con la voluntad de Dios. El corazón santificado está en armonía con los mandamientos de Dios.
sábado, 18 de marzo de 2017
ENSEÑANOS A ORAR
¿Le gustaría hablar con el presidente de su nación, o con otra persona famosa? ¿O le gustaría recibir uno de ellos en su casa?
La mayoría de nosotros nunca tendremos tal oportunidad. Pero usted puede hablar con alguien más importante que cualquiera de esas personas.Ademas de esto usted puede tenerle en casa.
Tal vez ya ha adivinado que hablamos de Dios, nuestro Padre Celestial. Si, es cierto que Él quiere que todos le hablemos. Sin duda usted conoce la palabra " oración ".Puede ser que ya ha tratado de hacer oración. ¿Como le fue? Quizá se quedo con dudas. si así le pasó no seria extraño porque aun los apóstoles pidieron que Jesús les enseñara a orar.
Al orar por primera vez, muchos dicen que les parece que no están hablando a nadie. Esto es lo que Satanás quiere hacernos creer , con el propósito de desanimarlos de orar otra vez. La verdad es que la Biblia nos asegura que Dios oye la oración sincera, dondequiera que uno esté o cualquiera que sea la hora. En la Biblia leemos: " Y esta es la confianza que tenemos en él , que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad , él nos oye" (1 Juan 5:14).
Posiblemente usted se ha preguntado, ¿A quién debo orar? Si usted fuera padre de familia, y su hijo necesitaba algo, ¿De quién desearía que su hijo pidiera tal favor?Le gustaría que lo pidiera a usted, ¿verdad?.Bueno, Dios asi lo quiere, también. Él quiere darnos cosas buenas, y sobre todo, el perdón de los pecados y la esperanza de vida eterna.
Debemos hacer nuestras peticiones a nuestro amado Creador . Una vez Jesús dijo:" ....Ora a tu Padre..." (Mateo 6:9).
El padrenuestro empieza asi:" Padre nuestro que estás en los cielos...." La Biblia nos da a entender que debemos hablar directamente con nuestro Padre Celestial.
Unos dicen , "Pero no sé cuales palabras usar, ni como expresarme a Dios".Tal vez decimos eso porque pensamos que es necesario decir muchas cosas o usar palabras muy hermosas y elegantes para que él nos preste atención.
La verdad es que la Biblia nos da varios ejemplos de oraciones que son muy breves y sencillas, y Dios tenia respeto a ellas. Por ejemplo, un hombre pecador oró: " Dios,sé propicio a mi, pecador (Lucas 23:42). No, Dios no requiere un modo especial de hablar para hacer oración.La Biblia contiene muchas oraciones de hombres de varias culturas, y no hay dos oraciones iguales.
Hay muchos que se han sentido fustrados porque han pedido algo de Dios y no lo han recibido. Ellos echan la culpa a Dios y dicen que Él no existe. ¡Pero espérese! ¿Que fue lo que pidierón? Muchas veces queremos cosas veces queremos cosas que nos causarían daño.
Esto es porque nuestro entendimiento es limitado, y solamente vemos lo que queremos para el dia de hoy. ¿Daría una madre un cuchillo afilado a su hijo de tres años, si lo pidiera?
¿Como debemos orar? Sobre todo debemos humillarnos delante del Dios todopoderoso. Él merece nuestro respeto y agradecimiento, puesto que es por su favor que podemos entrar en su presencia, Al orar debemos entregarnos a Él para servirle de todo corazón. Hable usted directamente y con franqueza y sinceridad con Dios, diciéndole todo lo que siente y necesita. Déle gracias por oír su petición.
Debemos orar solamente en el nombre de Jesús , porque Él dijo :"Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el hijo" (Juan 14:13)
Ore frecuentemente. Al hacer esto en la manera que enseña la Biblia, usted conocerá mejor a Dios y recibirá muchas bendiciones.
si usted tiene una Biblia, siga estudiando este tópico importante en ella. Puede empezar con Mateo 6:5-13 y Mateo 7:7-11.
Saludos
Eliseo Cuesta
La mayoría de nosotros nunca tendremos tal oportunidad. Pero usted puede hablar con alguien más importante que cualquiera de esas personas.Ademas de esto usted puede tenerle en casa.
Tal vez ya ha adivinado que hablamos de Dios, nuestro Padre Celestial. Si, es cierto que Él quiere que todos le hablemos. Sin duda usted conoce la palabra " oración ".Puede ser que ya ha tratado de hacer oración. ¿Como le fue? Quizá se quedo con dudas. si así le pasó no seria extraño porque aun los apóstoles pidieron que Jesús les enseñara a orar.
Al orar por primera vez, muchos dicen que les parece que no están hablando a nadie. Esto es lo que Satanás quiere hacernos creer , con el propósito de desanimarlos de orar otra vez. La verdad es que la Biblia nos asegura que Dios oye la oración sincera, dondequiera que uno esté o cualquiera que sea la hora. En la Biblia leemos: " Y esta es la confianza que tenemos en él , que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad , él nos oye" (1 Juan 5:14).
Posiblemente usted se ha preguntado, ¿A quién debo orar? Si usted fuera padre de familia, y su hijo necesitaba algo, ¿De quién desearía que su hijo pidiera tal favor?Le gustaría que lo pidiera a usted, ¿verdad?.Bueno, Dios asi lo quiere, también. Él quiere darnos cosas buenas, y sobre todo, el perdón de los pecados y la esperanza de vida eterna.
Debemos hacer nuestras peticiones a nuestro amado Creador . Una vez Jesús dijo:" ....Ora a tu Padre..." (Mateo 6:9).
El padrenuestro empieza asi:" Padre nuestro que estás en los cielos...." La Biblia nos da a entender que debemos hablar directamente con nuestro Padre Celestial.
Unos dicen , "Pero no sé cuales palabras usar, ni como expresarme a Dios".Tal vez decimos eso porque pensamos que es necesario decir muchas cosas o usar palabras muy hermosas y elegantes para que él nos preste atención.
La verdad es que la Biblia nos da varios ejemplos de oraciones que son muy breves y sencillas, y Dios tenia respeto a ellas. Por ejemplo, un hombre pecador oró: " Dios,sé propicio a mi, pecador (Lucas 23:42). No, Dios no requiere un modo especial de hablar para hacer oración.La Biblia contiene muchas oraciones de hombres de varias culturas, y no hay dos oraciones iguales.
Hay muchos que se han sentido fustrados porque han pedido algo de Dios y no lo han recibido. Ellos echan la culpa a Dios y dicen que Él no existe. ¡Pero espérese! ¿Que fue lo que pidierón? Muchas veces queremos cosas veces queremos cosas que nos causarían daño.
Esto es porque nuestro entendimiento es limitado, y solamente vemos lo que queremos para el dia de hoy. ¿Daría una madre un cuchillo afilado a su hijo de tres años, si lo pidiera?
¿Como debemos orar? Sobre todo debemos humillarnos delante del Dios todopoderoso. Él merece nuestro respeto y agradecimiento, puesto que es por su favor que podemos entrar en su presencia, Al orar debemos entregarnos a Él para servirle de todo corazón. Hable usted directamente y con franqueza y sinceridad con Dios, diciéndole todo lo que siente y necesita. Déle gracias por oír su petición.
Debemos orar solamente en el nombre de Jesús , porque Él dijo :"Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el hijo" (Juan 14:13)
Ore frecuentemente. Al hacer esto en la manera que enseña la Biblia, usted conocerá mejor a Dios y recibirá muchas bendiciones.
si usted tiene una Biblia, siga estudiando este tópico importante en ella. Puede empezar con Mateo 6:5-13 y Mateo 7:7-11.
Saludos
Eliseo Cuesta
Devoción Matutina Adultos | La santificación es una doctrina bíblica
FALSAS TEORÍAS sobre la santificación, producto del rechazo a la ley divina, forman parte importante en los movimientos religiosos modernos. Esas teorías son falsas en cuanto a la doctrina y peligrosas en sus resultados prácticos, y el hecho de que sean tan ampliamente aceptadas hace doblemente necesario que todos tengamos una clara comprensión de lo que las Sagradas Escrituras enseñan sobre este tema.
La doctrina de la santificación es bíblica. El apóstol Pablo, en su carta a la iglesia de Tesalónica, declara: «La voluntad de Dios es que sean santificados». Y ruega así: «Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo» (1 Tes. 4: 3; 5: 23, NVI). La Biblia enseña claramente lo que es la santificación, y cómo se puede alcanzarla. El Salvador oró por sus discípulos: «Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad» (Juan 17: 17, NVI). Y Pablo enseña que los creyentes deben ser santificados por el Espíritu Santo (Rom. 15: 16). ¿Cuál es la obra del Espíritu Santo? Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad» (Juan 16: 13, NVI). Y el salmista dice: «Tu ley es la verdad» (Sal. 119: 142, NVI). Por la Palabra y el Espíritu de Dios quedan de manifiesto ante los seres humanos los grandes principios de justicia encerrados en la ley divina. Y dado que la ley de Dios es «santa, justa y buena» (Rom. 7:12), un reflejo de la perfección divina, el carácter que haya sido moldeado por la obediencia a esa ley será también santo. Cristo es ejemplo perfecto de semejante carácter. Él dice: «He guardado los mandamientos de mi Padre». «Hago siempre lo que le agrada» (Juan 15: 10; 8: 29). Los discípulos de Cristo han de ser semejantes a él, es decir, adquirir por la gracia de Dios un carácter conforme a los principios de su santa ley. Esto es lo que la Biblia llama santificación.
Solo se puede realizar esta obra por medio de la fe en Cristo, por el poder del Espíritu Santo que habite en el corazón. Pablo amonesta a los creyentes: «Lleven a cabo su salvación con temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad» (Fil. 2: 12-13, NVI). El cristiano sentirá las tentaciones del pecado, pero luchará continuamente contra él. Aquí es donde se necesita la ayuda de Cristo. La debilidad humana se une con la fuerza divina, y la fe exclama: «Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Cor. 15: 57).
viernes, 17 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | Santificación es…
ASÍ COMO DIOS es santo en su esfera, el ser humano caído, por medio de la fe en Cristo, puede ser santo en la suya. […]
El propósito de Dios al morar entre su pueblo es santificarlo. Dios nos escogió desde la eternidad, para que fuésemos santos. Dio a su Hijo para que muriera por nosotros, a fin de santificarnos por medio de la obediencia a la verdad y nos despojemos del yo. Esto requiere una entrega individual, solo podemos honrar a Dios cuando nos asemejamos a su imagen y permitimos que su Espíritu nos dirija. Entonces, como testigos del Salvador, podemos dar a conocer lo que su gracia ha hecho por y en nosotros.
La verdadera santificación es resultado del desarrollo del principio del amor. «Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Juan 4:16). La vida de aquel en cuyo corazón habita Cristo revelará una piedad práctica. El carácter será purificado, elevado, ennoblecido y glorificado. Una doctrina pura acompañará las obras de justicia; y los preceptos celestiales a las costumbres santas.
Los que quieren alcanzar la bendición de la santidad deben aprender primero el significado de la abnegación. […] Es el amor hacia nuestros semejantes lo que revela nuestro amor por Dios. Es el servicio desinteresado lo que otorga descanso al alma. Es mediante el trabajo humilde, diligente y fiel como se promueve el bienestar del pueblo de Dios. El Señor sostiene y fortalece al que desea seguir en la senda de Cristo.
La santificación no es obra de un momento, una hora, o un día, sino de toda la vida. No se la consigue por medio de un repentino arranque de los sentimientos, sino que es el resultado de morir constantemente al pecado y vivir cada día para Cristo. No podemos corregir los males ni producir reformas en nuestro carácter por medio de esfuerzos débiles e intermitentes. Solamente venceremos mediante un prolongado y perseverante esfuerzo, disciplina y ardua lucha. Hoy no sabemos cuán intenso será nuestro conflicto de mañana. Mientras reine Satanás, tendremos que dominarnos a nosotros mismos y vencer los pecados que nos rodean; mientras dure la vida, no habrá un momento de descanso, un lugar al cual podamos llegar y decir: Alcancé plenamente el blanco. La santificación es el resultado de la obediencia durante toda la vida
EL SICLO SEMANAL EN LA TIERRA NUEVA
¿Que tan cierto es que Dios eliminará el ciclo semanal en la tierra nueva?
Muchos usan la siguiente cita para enseñar esa herejía: "La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera". (Apocalipsis 21:23 RV 1960).
Muchos cristianos usan esta cita como argumento para atacar el sábado del Señor, ellos aseguran que en la tierra nueva no habrán días, porque tampoco existirá el sol y la luna para marcarlos.
Pero un estudio serio del texto no cuadra con esa interpretación. Recodemos que Dios hizo el sol y la luna antes de la existencia del pecado. (Génesis 1:16), esto sucedió en el cuarto día de la creación (verso 19). Esto significa que Dios no podría quitar algo que beneficia la vida, sin sol es imposible que haya vida.
Nótese que el texto dice que "La ciudad no tiene necesidad", no dice no habrá sol ni luna, el texto dice que la gloria de Dios la ilumina. Para entender este texto debemos leer la cita de donde Juan hace referencia, la cita proviene de:
"La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso". (Isaias 24:23).
Al unir estas dos citas notaremos que Juan no esta diciendo que no habrán días, lo que se dice es que el sol y la luna no se podrán ver, porque la gloria de Dios es muy potente que los opaca, Isaias dice que la luna se avergonzara, y el sol se confundirá. Existen otras referencias que nos enseñan este principio. Los astros estarán allí, pero no se podrán ver por la gloria de Dios.
"El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria. No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados". (Isaias 60:19-30).
Muchos cristianos han entendido mal, creen que el ciclo semanal desaparecerá en la tierra nueva. Eso pasa cuando se sacan fuera de contexto las citas. claro que habrán sol y luna en la tierra nueva, de lo contrario fuese imposible que existan días y meses como dice el profeta.
"Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová. (Isaias 66:22-23).
"En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones". (Ap.22:2).
Si el sábado seguirá observándose en la tierra nueva, esto significa se mantendrá el ciclo semanal y el ciclo mensual, recordemos que la nueva Jerusalén será la capital de la tierra nueva. Esto significa que el sol y la luna seguirán su función de marcar los días y las noches.
Sin sol no puede existir vida ni noche, la vegetación fuera imposible que existiera. La fotosíntesis trabaja en base a la luz del sol, de esta manera se mantiene el ecosistema y el medio ambiente. El profeta nos dice cómo será la vida en la tierra restaurada:
“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja.” Isaías 11:6-7 RVR1960
¿Si el sol desaparecerá, como es posible que existan animales y coman pasto?. Si notaron es absurda la interpretación de decir que en eternidad el sol y la luna serán eliminados.
Un saludo
Eliseo Cuesta
jueves, 16 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | Justicia es…
LA JUSTICIA ES SANTIDAD, semejanza a Dios; y «Dios es amor» (1 Juan 4: 8). Es conformidad a la ley de Dios, «pues todos tus mandamientos son justos» y «el amor es el cumplimiento de la ley» (Sal. 119: 172; Rom. 13: 10, NVI). La justicia es amor, y el amor es la luz y la vida de Dios. La justicia de Dios está personificada en Cristo. Al recibir al Salvador, recibimos la justicia.
No se obtiene la justicia por conflictos penosos, ni por arduo trabajo, ni aun por dones o sacrificios; se le concede gratuitamente a toda alma que tiene hambre y sed de recibirla. «¡Vengan a las aguas todos los que tengan sed! ¡Vengan a comprar y a comer los que no tengan dinero!». «“Esta es la herencia de los siervos del Señor, la justicia que de mí procede”, afirma el Señor». «Este será su nombre con el cual lo llamarán», el Señor «justicia nuestra» (Isa. 55: 1; Isa. 54: 17, NVI; Jer. 23: 6).
No hay agente humano que pueda proporcionar lo que satisfaga el hambre y la sed del alma. Pero dice Jesús: «Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo». (Apoc. 3: 20, NVI). […]
Así como necesitamos alimentos para nutrirnos físicamente, también necesitamos a Cristo, el pan del cielo, para nutrir nuestra vida espiritual y para obtener la energía necesaria para realizar las obras de Dios. Y de la misma manera como el cuerpo recibe constantemente el alimento que sostiene la vida y le da vigor, así el alma debe comunicarse continuamente con Cristo, sometiéndose a él y dependiendo enteramente de él. […]
Al percibir la perfección del carácter de nuestro Salvador, desearemos transformarnos y renovarnos completamente a semejanza de su pureza. Cuanto más sepamos de Dios, tanto más elevado será nuestro ideal del carácter, y tanto más anhelaremos reflejar su imagen. Un elemento divino se une con lo humano cuando el alma busca a Dios, de forma que podemos hacer nuestras las palabras del salmista: «solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza» (Sal. 62: 5, NVI).
Si tenemos hambre y sed de justicia, eso indica que Cristo influyó en nuestro corazón.
martes, 14 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | La limpieza del templo
EN LA PURIFICACIÓN del templo, Jesús anunció su misión como Mesías y comenzó su obra. Aquel templo, edificado como morada de la presencia divina, estaba destinado a ser una lección para Israel y para el mundo. Desde las edades eternas, había sido el propósito de Dios que todo ser creado, desde el resplandeciente y santo serafín hasta el ser humano, fuese un templo para que en él habitase el Creador. A causa del pecado, la humanidad había dejado de ser templo de Dios. Ensombrecido y contaminado por el pecado, el corazón del ser humano no revelaba la gloria del Señor. Pero por la encarnación del Hijo de Dios, se cumple el propósito del cielo. Dios mora en la humanidad, y mediante la gracia salvadora, el corazón humano vuelve a ser su templo. Dios quería que el templo de Jerusalén fuese un testimonio continuo del destino que se ofrece a todo ser humano. Pero los judíos no habían comprendido el significado del edificio que consideraban con tanto orgullo. No se entregaban a sí mismos como santuarios del Espíritu divino.
Los atrios del templo de Jerusalém, llenos del tumulto de un tráfico profano, representaban con demasiada exactitud el templo del corazón, contaminado por la presencia de las bajas pasiones y de los pensamientos profanos. Al limpiar el templo de los compradores y vendedores mundanales, Jesús anunció su misión de limpiar el corazón de la contaminación del pecado, de los deseos terrenales, del egoísmo, de los malos hábitos, que corrompen el alma. «De pronto vendrá a su templo el Señor a quien ustedes buscan; vendrá el mensajero del pacto, en quien ustedes se complacen. Pero ¿quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién podrá mantenerse en pie cuando él aparezca? Porque será como fuego de fundidor o lejía de lavandero. Se sentará como fundidor y purificador de plata; purificará a los levitas y los refinará como se refinan el oro y la plata» (Mal. 3: 1-3, NVI). […]
Nadie puede de por sí echar las malas huestes que se han posesionado del corazón. Solo Cristo puede purificar el templo del alma. Pero no forzará la entrada. No viene a los corazones como antaño a su templo, sino que dice: «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él» (Apoc. 3: 20) […]. Su presencia limpiará y santificará el alma, de manera que pueda ser un templo santo para el Señor, y una «morada de Dios en el Espíritu» (Efe. 2: 21-22)
Lista de apellidos de familias de ascendencia judía de los que talvez proviene el tuyo
Un famoso periodista y escritor llamado Pere Bonnínen escribió el libro titulado “Sangre Judía. Españoles de ascendencia hebrea y antisemitismo cristiano”. En su libro recopila una lista de apellidos de origen judío. Estos están regados en todo el mundo, aunque no se sepa que realmente son judío. Si tu apellido aparece en la siguiente lista, es muy probable que desciendas de un judío.
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A
Abad, Abadía, Abarca, Abastos, Abaunza, Abbot, Abdallá, Abdalah, Abdallah, Abdelnour, Abdo, Abea, Abel, Abela, Abelado, Abella, Abellán, Abendaño, Abou, Abraham, Abrahams, Abrahán, Abrego, Abreu, Abrigo, Abril, Abufelo, Abugadba, Aburto, Acabal, Acebal, Acedo, Acevedo, Acosta, Acuña, Adames, Adamis, Adanaque, Adanis, Adis, Aedo, Agababa, Agámez, Agayón, Agrazal, Agreda, Aguayo, Agudelo, Agüero, Aguiar, Aguilar, Aguilera, Aguiluz, Aguilve, Aguinaga, Aguirre, Agurto, Agustín, Ahuja, Ahumada, Aiello, Aiza, Aizprúa, Aizpurúa, Alache, Alama, Alan, Alani, Alanis, Alanís, Alaniz, Alarcón, Alas, Alavez, Alayón, Alba, Albarello, Albarracín, Albelo, Albenda, Alburola, Alcaíno, Alcanzar, Alcázar, Alcazar, Alcibar, Alcócer, Alcóser, Alcóver, Alcózer, Aldana, Aldaña, Aldapa, Aldecoba, Alderrama, Alegría, Alejos, Alemán, Alexander, Alexandre, Alfaro, Alfonso, Algaba, Alguera, Aliaga, Alicama, Alier, Alizaga, Allan, Allon, Alluín, Almanza, Almanzar, Almanzo, Almaraz, Almazan, Almeida, Almendares, Almendárez, Almendáriz, Almengor, Almonte, Aloisio, Aloma, Alomar, Alonso, Alonzo, Alpírez, Alpízar, Altamirano, Altenor, Alterno, Altino, Altonor, Alva, Alvarado, Alvarenga, Alvares, Álvarez, Alvaro, Alvear, Alverde, Alvergue, Alvir, Alzate, Amado, Amador, Amalla, Amaris, Amaya, Arnáez, Arnau, Arnesto, Anuelo, Arnuero, Arone, Arosemena, Arquín, Arrazola, Arrea, Arredondo, Arreola, Arriaga, Arriagada, Arrieta, Arriola, Arrocha, Arroliga, Arrollo, Arrone, Arrones, Arronés, Arronez, Arronis, Arroniz, Arroyave, Arroyo, Arrubla, Artavia, Arteaga, Artecona, Artiaga, Artiga, Artiles, Artiñano, Artola, Artolozaga, Aruj, Aruizu, Arze, Arzola, Ascante, Ascencio, Asch, Asencio, Asero, Así, Asís, Aspirita, Astacio, Astete, Astorga, Astorquiza, Astúa, Asturias, Asunción, Asusema, Atehortúa, Atein, Atencio, Atensio, Atiensa, Atienza, Augusto, Ávalos, Avelar, Avellán, Avendaño, Ávila, Avilés, Avilez, Ayala, Ayales, Ayara, Ayarza, Aybar, Aycinena, Ayerdis, Aymerich, Azar, Azaria, Asofeifa, Azqueta, Azua, Azúa, Azuar, Azucena, Azul, Azuola, Azurdia.
B
Babb, Babar, Baca, Bacca, Bacigalupo, Badilla, Bado, Báez, Baeza, Baidal, Bairnales, Baizan, Bajarano, Balarezo, Baldares, Balday, Baldelomar, Balderas, Balderrama, Balderramos, Baldí, Baldi, Baldioceda, Baldivia, Baldizón, Balladares, Ballar, Ballard, Ballester, Ballestero, Ballesteros, Ballón, Balma, Balmaceda, Balmacera, Balon, Balser, Baltodano, Banegas, Banet, Banilla, Baños, Bañuelos, Baquedano, Baquero, Baradín, Baraen, Barahoma, Barahona, Barajas, Baraquiso, Barat, Barba, Barbagallo, Barbagebra, Bárbara, Barbena, Barben, Barberena, Barbosa, Barboza, Barcelas, Barcelata, Barcenas, Barcia, Bardayan, Barguil, Barillas, Barletta, Baro, Barón, Barquedano, Barquero, Barquette, Barra, Barracosa, Barrante, Barrantes, Barraza, Barreda, Barrenechea, Barrera, Barrero, Barreto, Barrias, Barrientos, Barriga, Barrio, Barrionuevo, Barrios, Bodán, Bogán, Bogantes, Bogarín, Bohorguez, Bohorquez, Bojorge, Bolaños, Bolívar, Bonice, Boniche, Bonichi, Bonilla, Borbas, Borbón, Borda, Bordallo, Borge, Borges, Borja, Borjas, Borjes, Borloz, Borras, Borrasé, Borredo, Borrero, Bosque, Botero, Boza, Bran, Bravia, Bravo, Brenes, Breve, Briceño, Brilla, Briones, Brito, Brizeño, Brizuela, Buencamino, Buendía, Bueno, Bueso, Buezo, Buga, Bugarín, Bugat, Bugria, Burgos, Burguera, Burgues, Burillo, Busano, Bustamante, Bustillo, Bustillos, Busto, Bustos, Buzano, Buzeta, Buzo.
C
Caamano, Caamaño, Cabada, Cabadianes, Cabal, Cabalceta, Caballero, Cabana, Cabaña, Cabeza, Cabezas, Cabistán, Cabral, Cabrera, Cabrerizo, Cáceres, Cadenas, Cadet, Cageao, Caicedo, Cairol, Cajas, Cajiao, Cajina, Cala, Calatayud, Calazán, Calcáneo, Caldas, Caldera, Calderón, Calero, Caliva, Calix, Calle, Calleja, Callejas, Callejo, Calles, Calvo, Calzada, Camacho, Camaño, Camarena, Camareno, Camarillo, Cambronero, Camona, Campabadal, Campabadall, Campodónico, Campos, Canales, Canalias, Canas, Candamo, Candelaria, Candelario, Canejo, Canessa, Canet, Canetta, Canizales, Canizález, Canizares, Canno, Cano, Canossa, Cantarero, Cantero, Cantillano, Canto, Cantón, Cañas, Cañizales, Cañizález, Capón, Carabaguias, Carabaguiaz, Caranza, Caravaca, Carazo, Carbalda, Carballo, Casasola, Cascante, Casco, Casorla, Cassasola, Cásseres, Castaneda, Castañeda, Castañedas, Castaño, Castañón, Castaños, Castelán, Castellano, Castellanos, Castellón, Casteñeda, Castiblanco, Castilla, Castillo, Castro, Catania, Cateres, Catón, Cavalceta, Cavaller, Cavallo, Cavanillas, Cavazos, Cavero, Cazanga, Ceba, Ceballos, Ceciliano, Cedeño, Cejudo, Celada, Celedón, Celís, Centella, Centeno, Cepeda, Cerceño, Cerda, Cerdas, Cerna, Cernas, Cerón, Cerpas, Cerros, Cervantes, Cervilla, Céspedes, Cevallos, Cevedo, Cevilla, Chabrol, Chacón, Chamarro, Chamorro, Chanquín, Chanta, Cubero, Cubías, Cubias, Cubilla, Cubillo, Cubillos, Cubria, Cuebas, Cuellar, Cuéllar, Cuello, Cuenca, Cuendis, Cuernavaca, Cuervo, Cuesta, Cueva, Cuevas, Cuevillas, Cunill, Cunillera, Curbelo, Curco, Curdelo.
D
Da Costa, Da Silva, Dacosta, D’Acosta, Dalorso, Dalorzo, Dalsaso, Damaceno, Damito, Daniel, Daniels, Dapuerto, Dapueto, Darce, Darche, Darcia, Darío, Dasadre, Dasilva, Dávalos, David, Dávila, Davis, D’Avola, De Abate, De Aguilar, De Alba, De Alvarado, De Benedictis, De Briones, De Camino, De Castro, De Céspedes, De Espeleta, De Ezpeleta, De Falco, De Faria, De Franco, De Jesús, De Jorge, De Juana, De La Cruz, De La Cuesta, De La Espriella, De La Fuente, De La Garza, De La Guardia, De La Herran, De La Hormaza, De La Jara, De La Mata, De La Nuez, De La O, De La Osa, De La Ossa, De La Paz, De La Peña, De La Rocha, De La Rosa, De La Selva, De La Teja, De La Torre, De La Trava, De La Vega, De Largaespada, De Las Casas, De Las Cuevas, De Las Heras, De Lemos, De León, De Lev, De Lima, De López, De Luz, De Miguel, De Miranda, De Moya, De Odio, De Óleo, De Ona, De Oña, De Paco, De Paredes, De Pass, De Paz, De Pazos, De Pedro, De Pinedo, De Prado, De Rayo, De Sárraga, De Sá, De Trinidad, De Ureña, De Donado, Donaire, Donato, Doña, Doñas, Donzón, Dorado, Dormos, Dormuz, Doryan, Duar, Duares, Duarte, Duartes, Duenas, Dueñas, Duque, Duque Estrada, Durall, Durán, Durante, Duval, Duvall, Duverrán.
E
Echandi, Echavarría, Echeverri, Echeverría, Eduarte, Egea, Elías, Eligia, Elizalde, Elizonda, Elizondo, Elmaleh, Emanuel, Enrique, Enriques, Escude, Escudero, España, Esparragó, Espelerta, Espeleta, Espinach, Espinal, Espinales, Espinar, Espino, Espinosa, Espinoza, Espitia, Esquivel, Esteban, Esteves, Estévez, Estrada, Estrella.
F
Faba, Fabara, Fabián, Fábrega, Fabregat, Fabres, Facio, Faerrón, Faeth, Faiges, Fait, Faith, Fajardo, Falco, Falcón, Falla, Fallas, Farach, Farah, Fargas, Farias, Farías, Faries, Fariña, Fariñas, Farrach, Farrer, Farrera, Farrier, Fatjo, Fatjó, Faundez, Faune, Fava, Fazio, Fermández, Fermán, Francés, Frances, Francesa, Francia, Francis, Franco, Fray, Frayle, Freer, Freira, Fresno, Freyre, Frías, Frutos, Fuentes, Fumero, Funes, Funez, Fúnez, Fuscaldo, Fusco.
G
Gabriel, Gadea, Gaete, Gago, Gainza, Gaitán, Galacia, Galagarza, Galán, Galarza, Galaviz, Galba, Galcerán, Galeano, Galeas, Galeno, Galera, Galiana, Galiano, Galindo, Galino, Galiñanes, Gracias, Gradis, Grajal, Grajales, Grajeda, Grana, Granada, Granados, Granda, Grandoso, Granera, Granizo, Granja, Graña, Gras, Grau, Greco, Greñas, Gridalva, Grigoyen, Grijalba, Grijalda, Grijalva, Grillo, Guadamuz, Guadrón, Guajardo, Guardado, Guardano, Guardia, Guardián, Guardiola, Guarín, Guasch, Gudino, Gudiño, Güel, Güell, Güendel, Güendell, Guerra, Guerrero, Guevara, Guido, Guie, Guier, Guifarro, Guilá, Guillarte, Guillén, Guillermet, Guillermo, Guilles, Güillies, Guillies, Guillis, Guilloch, Guiménez, Guindos, Guitiérrez, Guitta, Guix, Gulubay, Gunera, Guntanis, Gurdián, Gurrero, Gurrola, Gustavino, Gutiérrez, Guzmán.
H
Haba, Habibe, Haenz, Harrah, Hénchoz, Hernández, Hernando, Hernánez, Herra, Herradora, Herrán, Herrera, Herrero, Hevia, Hidalgo, Hierro, Hincapié, Hinostroza, Horna, Hornedo, Huerta, Huertas, Huete, Huezo, Hurtado, Hurtecho.
I
Ibáñez, Ibarra, Ibarras, Icaza, Iglesias, Ilama, Irola, Isaac, Isaacs, Israel, Ivañez, Izaba, Izaguirre, Izandra, Iznardo, Izquierdo, Izrael, Izurieta.
J
Jácamo, Jacobo, Jácome, Jácomo, Jaen, Jiménez, Jimera, Jinesta, Jirón, Joseph, Jovel, Juárez, Junco, Juncos, Jurado.
K
Kaminsky, Klein, Kuadra.
L
La Barca, Labra, Lacarez, Lacayo, Lafuente, Lago, Lagos, Laguardia, Laguna, Lain, Laine, Lainez, Laitano, Lamas, Lamela, Lamicq, Lamugue, Lamuza, Lancho, Lanco, Landazuri, Lández, Lanuza, Lanza, Lanzas, Lapeira, Laporte, Laprade, Lara, Lares, Largaespada, Largo, Larios, Leandro, Ledezma, Ledo, Leitón, Leiva, Lejarza, Lemmes, Lemos, Lemus, Lemuz, Leñero, León, Lépiz, Levi, Leytón, Leyva, Lezama, Lezana, Lezcano, Lhamas, Lieberman, Lima, Linares, Linarte, Lindo, Lines, Líos, Lira, Lizama, Lizana, Lizano, Lizarme, Llabona, Llach, Llado, Llamazares, Llamosas, Llano, Lanos, Llanten, Llaurado, Llerena, Llibre, Llinas, Llobet, Llobeth, Llorca, Llorella, Llorens, Llorente, Llosent, Lloser, Llovera, Llubere, Loáciga, Loáiciga, Loáisiga, Loaissa, Loaiza, Lobo, Loeb, Loew, Loinaz, Lombardo, Londoño, Lope,Lopes, Lopera, López, Lopezlage, Loprete, Lora, Loredo, Lorente, Lorenz, Lorenzana, Lorenzen, Lorenzo, Loría, Lorío, Lorio, Lorz, Losada, Losilla, Louk, Louzao, Loynaz, Loza, Lozano, Luarca, Lucas, Lucena, Lucero, Lucke, Lugo, Luis, Luján, Luna, Lunaza, Luque, Luquez.
M
Macaya, Macedo, Maceo, Machado, Machín, Machuca, Macia, Macias, Macías, Macís, Macre, Macrea, Madariaga, Maderos, Madinagoitia, Madrano, Madrid, Madriga, Madrigal, Madril, Madriz, Maduro, Magalhaes, Magallón, Magaña, Magdalena, Maguiña, Mahomar, Maikut, Maingot, Mairena, Maisonave, Maita, Majano, Majarres, Malaga, Maldonado, Malé, Malespín, Malestín, Maltés, Maltez, Malvarez, Manavella, Mancheno, Mancia, Mancía, Mandas, Mangaña, Mangas, Mangel, Manjarres, Mans, Mansalvo, Mansilla, Manso, Mantanero, Mantica, Mantilla, Manuel, Manzanal, Manzanares, Manzano, Manzur, Marabiaga, Maradiaga, Marbes, Marbis, Marcenaro, March, Marchena, Marcia, Marcías, Marcillo, Marcos, Mardones, Marenco, Margules, María, Marichal, Marín, Marinero, Marino, Mariñas, Mariño, Marot, Maroto, Marqués, Marquez, Marreco, Marrero, Marroquín, Marsell, Marte, Martell, Martén, Martens, Martí, Martin, Martínez, Martins, Marvez, Mas, Masía, Masís, Maso, Mason, Massuh, Mastache, Mata, Matamoros, Matarrita, Mate, Mateo, Matera, Mateus, Matías, Matos, Mattus, Mattuz, Matul, Matus, Matute, Maurel, Maurer, Mauricio, Mauro, Maynard, Maynaro, Maynart, Mayo, Mayor, Mayorga, Mayorquín, Mayre, Mayrena, Maza, Mazariegos, Mazas, Mazín, Mazón, Mazuque, Mazure, Medal, Mijares, Milanés, Milano, Millet, Mina, Minas, Minero,Miño, Miqueo, Miraba, Miralles, Mirambell, Miramontes, Miranda, Miro, Mirquez, Mitja, Mitjavila, Mizrachi, Mojarro, Mojica, Molestina, Molian, Molín, Molina, Molinero, Molleda, Mollinedo, Mollo, Moncada, Mondol, Mondragón, Moneda, Moneiro, Monestel, Monga, Mongalo, Móngalo, Monge, Mongillo, Monguillo, Monjarres, Monjarrez, Monjica, Monserrat, Montagné, Montalbán, Montalbert, Montalto, Montalván, Montalvo, Montana, Montanaro, Montandón, Montano, Montealegre, Montealto, Montecino, Montecinos, Monteil, Montejo, Montenaro, Montenegro, Montero, Monterosa, Monteroza, Monterrey, Monterrosa, Monterroso, Montes, Monterinos, Monteverde, Montiel, Montier, Montoya, Monturiol, Mora, Moraes, Moraga, Morales, Morán, Morazán, Moreira, Morejón, Morena, Moreno, Morera, Moriano, Morice, Morillo, Morín, Moris, Morise, Moro, Morote, Moroto, Morraz, Morúa, Morún, Morux, Morvillo, Moscarella, Moscoa, Moscoso, Mosquera, Motta, Moxi, Moya, Mozquera, Mugica, Muiña, Muir, Mulato, Munera, Mungía, Munguía, Munive, Munizaga, Muñante, Muñiz, Muñoz, Murcia, Murgado, Murgas, Murias, Murillo, Murilo, Muro, Mussap, Mussapp, Mussio, Mustelier, Muxo.
N
Naim, Naira, Nájar,Nájares, Najarro, Nájera, Nájeres, Naranjo, Narvaes, Narváez, Nasralah, Nasso, Navaro, Navarrete, Navarrette, Navarro, Navas, Nayap, Nazario, Nema, Nemar, Neyra, Noguera, Nomberto, Nora, Noriega, Norza, Nova, Novales, Novo, Novoa, Nuevo, Nuez, Nunga, Núñez.
O
Obaldía, Obanbo, Obando, Obares, Obellón, Obon, Obrego, Obregón, Ocampo, Ocampos, Ocaña, Ocaño, Ocario, Ochoa, Ocón, Oconitrillo, Olivas, Oliver, Olivera, Oliverio, Olivier, liviera, Olivo, Oller, Olmeda, Olmedo, Olmo, Olmos, Omacell, , Omodeo, Ondoy, Onetto, Oñate, Oñoro, Oporta, Oporto, Oquendo, Ora, Orama, Oramas, Orantes, Ordeñana, Ordoñes, Ordóñez, Orduz, Oreamuno, Oreas, Oreiro, Orella, Orellana, Orfila, Orias, Orios, Orjas, Orjuela, Orlich, Ormasis, Ormeño, Orna, Ornes, Orochena, Orocu, Orosco, Orozco, Ortega, Ortegón, Ortiz, Ortuño, Orve, Osante, Oseda, Osegueda, Osejo, Osequeda, Oses, Osorio, Osorno, Ospina, Ospino, Ossa, Otalvaro, Otárola, Otero, Oto, Otoya, Ovares, Ovarez, Oviedo, Ozerio, Ozores, Ozuno.
P
Pabón, Pacheco, Paco, Padilla, Páez, Paguaga, País, Países, Paiz, Pajuelo, Palacino, Palacio, Palacios, Palaco, Paladino, Palazuelos, Palencia, Palma, Palomar, Palomino, Palomo, Pamares, Pampillo, Pana, Pandolfo, Paniagua, Pantigoso, Pantoja, Paña, Papez, Parada, Parado, Parajeles, Parajón, Páramo, Pardo, Paredes, Pareja, Pares, París, Parra, Parrales, Parreaguirre, Parriles, Parrilla, Pasamontes, Pasapera, Pasos, Passapera, Pastor, Pastora, Pastrán, Pastrana, Pastrano, Patiño, Patricio, Paut, Pauth, Pavez, Pavón, Paz, Pazmiño, Pazos, Pedraza, Pedreira, Pedreiro, Pedroza, Peinador, Peinano, Peláez, Pellas, Pellecer, Pena, Penabad, Penado, Pendones, Penón, Penso, Peña, Peñaloza, Peñaranda, Peñas, Peñate, Penzo, Peñón, Peraldo, Perales, Peralta, Peraza, Perdomo, Perea, Perearnau, Pereira, Pino, Pintado, Pinto, Pinzas, Piña, Piñar, Piñate, Piñeiro, Piñeres, Pinzón, Pío, Pion, Piovano, Piovet, Pitalva, Piza, Pizarro, Pla, Plá, Placeres, Pláceres, Plácido, Placidón, Plaja, Platero, Poblador, Poblete, Pocasangre, Pochet, Podoy, Pokoy, Pol, Polamo, Polo, Polonio, Poma, Pomar, Pomareda, Pomares, Ponares, Ponce, Pontigo, Pool, Porat, Porquet, Porras, Porta, Portela, Porter,Portero, Portilla, Portillo, Portobanco, Portocarrera, Portugués, Portuguez, Posada, Posla, Poveda, Povedano, Pozo, Pozos, Pozuelo, Prada, Pradella, Pradilla, Prado, Prat, Pratt, Pravia, Prendas, Prendis, Pretiz, Prettel, Prieto, Prietto, Primante, Prior, Prioto, Privatt, Procupez, Puente, Puentes, Puertas, Puga, Puig, Pujo, Pujol, Pulido, Pulis, Pull, Pulles, Pupo, Purcallas.
Q
Quedo, Queralt, Queredo, Querra, Quesada, Quevedo, Quezada, Quiel, Quijada, Quijano, Quirce, Quiroga, Quirós, Quiroz.
R
Raa, Raabe, Raba, Rabetta, Raga, Raigada, Raigosa, Ramírez, Ramón, Ramos, Randel, Randuro, Rangel, Raphael, Rauda, Raudes, Raudez, Raventos, Raventós, Raygada, Rayo, Rayos, Real, Reales, Reazco, Recinos, Recio, Redondo, Regaño, Rodesma, Rodesno, Rodezno, Rodó, Rodo, Rodrigo, Rodríguez, Roe, Roig, Rois, Rojas, Rojo, Roldán, Romagosa, Román, Romano, Romero, Roque, Rosa, Rosabal, Rosales, Rosas, Rouillón, Rovillón, Rovira, Roviralta, Roy, Royo, Roys, Rozados, Rozo, Ruano, Rubí, Rubia, Rubín, Rubino, Rubio, Rucavado, Rudín, Rueda, Rugama, Rugeles, Ruh, Ruilova, Ruin, Ruiz, Romoroso, Russo.
S
Saavedra, Saba, Sabah, Saballo, Saballos, Sabat, Sabate, Sabba, Sabín, Sabogal, Saborío, Saboz, Sacasa, Sacida, Sada, Sadaña, Sáenz, Saer, Saerron, Sáez, Safiano, Sage, Sagel, Sagot, Sagreda, Saguero, Sala, Salablanca, Salamanca, Salas, Salazar, Salbavarro, Salcedo, Salcino, Saldaña, Saldivar, Salgada, Salgado, Salguera, Salguero, Saliba, Salinas, Salmerón, Salmón, Salom, Salomón, Salumé, Salume, Salustro, Salvado, Salvatierra, Salvo, Samaniego, Sambrana, Samper, Samudio, Samuel, San Gil, San José, San Juan, San Martín, San Román, San Silvestre, Sanabria, Saucedo, Sauza, Savala, Savallos, Savedra, Savinón, Saxón, Sayaguez, Scriba, Seas, Seballos, Secades, Secaida, Seco, Sedano, Sedo, Segares, Segovia, Segreda, Segura, Sehezar, Selaya, Selles, Selva, Selvas, Semerawno, Semeraro, Sepúlveda, Sequeira, Sermeño, Serra, Serracín, Serrano, Serrato, Serraulte, Serru, Serrut, Servellón, Sevilla, Sevillano, Sibaja, Sierra, Sieza, Sigüenza, Siguenza, Siles, Siliezar, Silva, Silvera, Silvia, Simana, Simón, Sinchico, Sio, Sion, Siri, Sirias, Siverio, , Siz, Sobalvarro, Sobrado, Sojo, Sol, Solana, Solano, Solar, Solares, Solarte, Soldevilla, Solé, Solemne, Soler, Solera, Soley, Solís, Soliz, Solno, Solo, Solórzano, Soltero, Somarriba, Somarribas, Somoza, Soria, Sorio, Soro, Sorto, Sosa, Sossa, Sosto, Sotela, Sotelo, Sotillo, Soto, Sotomayor, Sotres, Souto, Soutullo, Sovalbarro, Soza, Suárez, Suazao, Suazo, Subia, Subiros, Subirós, Subisos, Succar, Sueiras, Suñer, Suñol, Surroca, Suyapa, Suzarte.
T
Tabah, Tabares, Tablada, Tabor, Tabora, Taborda, Taco, Tagarita, Tagarró, Tal, Talavera, Taleno, Tamara, Tamargo, Tamayo, Tames, Tanchez, Tanco, Tapia, Tapias, Taracena, Tardencilla, Tarjan, Tarrillo, Tasara, Tate, Tato, Tavares, Tedesco, Teherán, Teijeiro, Teixido, Tovar, Trala, Traña, Traures, Travierzo, Travieso, Trediño, Treguear, Trejos, Treminio, Treviño, Triana, Trigo, Triguel, Triguero, Trigueros, Trilite, Trimarco, Trimiño, Triquell, Tristán, Triunfo, Troche, Trocanis, Troncoso, Troya, Troyo, Troz, Trueba, Truffat, Trujillo, Trullas, Trullás, Truque, Tula, Turcio, Turcios.
U
Ubach, Ubao, Ubeda, Ubico, Ubilla, Ubisco, Uralde, Urbano, Urbina, Urcuyo, Urdangarin, Urea, Urela, Ureña, Urgellés, Uriarte, Uribe, Uriel, Urieta, Uriza, Uroz, Urquiaga, Urra, Urraca, Urrea, Urroz, Urruela, Urrutia, Urtecho, Urunuela, Urzola, Usaga, Useda, Uva, Uveda, Uzaga, Uzcategui.
V
Vadivia, Vado, Valdelomar, Valderama, Valderrama, Valderramo, Valderramos, Valdés, Valdescastillo, Valdez, Valdiva, Valdivia, Valldeperas, Valle, Vallecillo, Vallecillos, Vallejo, Vallejos, Valles, Vallez, Valls, Vals, Valverde, Vanegas, Vaquerano, Vardesia, Varela, Varga, Vargas, Vargo, Varsi, Varsot, Vartanian, Varth, Vasco, Vasconcelos, Vasílica, Vásquez, Vassell, Vaz, Veas, Vedoba, Vedova, Vedoya, Vega, Vegas, Vela, Velarde, Velasco, Velásquez, Velazco, Velázquez, Vélez, Veliz, Venegas, Ventura, Vera, Verardo, Verastagui, Verdesia, Verdesoto, Vergara, Verguizas, Vertiz, Verzola, Vesco, Viales, Viana, Viatela, Vicario, Vicente, Vico, Víctor, Victores, Victoria, Vidaechea, Vidal, Vidales, Vidalón, Vidaorreta, Vidaurre, Videche, Vieira, Vieto, Vigil, Vigot, Vila, Vilaboa, Vilallobos, Vilanova, Vilaplana, Villar, Villareal, Villarebia, Villareiva, Villarreal, Villarroel, Villas, Villaseñor, Villasuso,Villatoro, Villaverde, Villavicencio, Villeda, Villegas, Villejas, Villena, Viloria, Vindas, Vindel, Vinueza, Viñas, Víquez, Viscaino, Viso, Vivallo, Vivas, Vivero, Vives, Vívez, Vivies, Vivó, Vizcaíno, Vizcayno.
W
Wainberg, Wolf.
X
Xatruch, Xirinachs, Xiques.
Y
Yaacobi, Yanarella, Yanayaco, Yanes, Yepez, Yglesias, Yllanes, Yurica, Yzaguirre.
Z
Zabala, Zabaleta, Zabate, Zablah, Zacarías, Zacasa, Zalazar, Zaldivar, Zallas, Zambrana, Zambrano, Zamora, Zamorano, Zamudio, Zamuria, Zapata, Zaragoza, Zárate, Zarco, Zaror, Zarzosa, Zavala, Zavaleta, Zayas, Zayat, Zecca, Zedan, Zegarra, Zelada, Zelaya, Zeledón, Zepeda, Zetina, Zonta, Zoratte, Zuleta, Zumba, Zumbado, Zúñiga, Zunzunegui.
Saludos
Cuesta
Pardo
Pardo
lunes, 13 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | Cura espiritual
EL SALVADOR vio un caso de extrema miseria. Un hombre que había estado imposibilitado durante treinta y ocho años. Su enfermedad era en gran parte resultado de su propio pecado y considerada como juicio de Dios. Solo y sin amigos, sintiéndose privado de la misericordia de Dios, el enfermo había sufrido largos años. […]
Jesús no le pidió que tuviera fe en él. Simplemente le dijo: «Levántate, toma tu camilla, y anda» (Juan 5: 8). Pero el enfermo se aferró con fe a esa orden. Sintió nueva vida en todos sus nervios y músculos, vida que se transmitió a sus miembros inválidos. Sin la menor duda, aquel paralítico dedicó sus fuerzas a obedecer la orden de Cristo, y todos sus músculos respondieron. De un salto se puso de pie, y se dio cuenta de que ahora es un hombre activo.
Jesús no le había dado seguridad alguna de ayuda divina. El paralítico podría haberse detenido a dudar, y así haber perdido su única oportunidad de ser sanado. Pero creyó en la palabra de Cristo, y al obrar de acuerdo con ella recibió fortaleza y sanidad.
Por la misma fe podemos recibir curación espiritual. El pecado nos separó de Dios. Nuestra alma está paralizada. Por nosotros mismos somos tan incapaces de vivir una vida santa como aquel lisiado lo era de caminar. Son muchos los que comprenden su impotencia y anhelan esa vida espiritual que los pondría en armonía con Dios; luchan en vano para obtenerla. En su desesperación claman: «¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Rom. 7: 24). Todos los que luchan presa de la desesperación pueden alzar la mirada. El Salvador se inclina hacia el alma adquirida por su sangre, diciendo con inefable ternura y compasión: «¿Quieres ser sano?» (Juan 5:6). Él nos invita a levantarnos llenos de salud y paz. No esperemos hasta sentir que hemos sido sanados. Creamos en su palabra, y se cumplirá. Pongamos nuestra voluntad de parte de Cristo. Sintamos el deseo de servirle, y al obrar de acuerdo con su palabra, recibiremos fortaleza. Cualquiera sea la mala conducta, la pasión dominante que haya llegado a esclavizar nuestra alma y cuerpo por haber cedido largo tiempo a ella, Cristo puede y anhela librarnos. Él impartirá vida al alma de los que «estaban muertos en sus transgresiones y pecados» (Efe. 2: 1, NVI). Librará al cautivo que está sujeto por la debilidad, la desgracia y las cadenas del pecado
domingo, 12 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | La obra del Espíritu Santo
CRISTO PRESENTÓ sin tapujos la obra del Espíritu Santo cuando dijo: «Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16: 8). Es el Espíritu Santo el que convence de pecado. Si el pecador responde a la influencia vivificadora del Espíritu, será guiado al arrepentimiento y a comprender la importancia de obedecer los requerimientos divinos.
Al pecador arrepentido, que tiene «hambre y sed de justicia» (Mat. 5:6), el Espíritu Santo le revela el «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». «Tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes», dijo Cristo. Él «les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho» (Juan 1: 29; 16: 14; 14: 26, NVI).
El Espíritu Santo se da como agente regenerador, para hacer efectiva la salvación obrada por la muerte de nuestro Redentor. El Espíritu Santo está tratando constantemente de llamar la atención de los seres humanos al gran sacrificio hecho en la cruz del Calvario, que mostró al mundo el amor de Dios, y abrió para el alma arrepentida las bendiciones prometidas en las Escrituras.
Después de convencer de pecado, y de presentar ante la mente la norma de justicia, el Espíritu santo quita los afectos de los temas mundanos, y llena el alma con un deseo de santidad. «Él los guiará a toda la verdad» (Juan 16: 13, NVI), declaró el Salvador. Si estamos dispuestos a ser moldeados, se efectuará en nosotros la santificación de todo el ser. El Espíritu tomará las cosas de Dios y las imprimirá en nuestra alma. Mediante su poder, el camino de la vida quedará tan claro que no habrá excusa para errar.
Desde el principio Dios ha obrado por su Espíritu Santo mediante instrumentos humanos para el cumplimiento de su propósito en favor de la raza caída. […]
El Espíritu del Todopoderoso conmueve el corazón de los seres humanos, y los que responden a su influencia llegan a ser testigos de Dios y de su verdad. Pueden verse en muchos lugares hombres y mujeres consagrados comunicando a otros la luz que les aclaró el camino de la salvación por medio de Cristo. Y mientras continúan haciendo brillar su luz, como aquellos que fueron bautizados con el Espíritu en el día de Pentecostés, reciben más y aún más del poder del Espíritu. Así la tierra será iluminada con la gloria de Dios.
viernes, 10 de marzo de 2017
Devoción Matutina Adultos | Lo que Dios puede hacer con nosotros
EN LOS APÓSTOLES que nuestro Señor escogió no había nada digno de admirar.
Era evidente que el éxito de sus labores se debía únicamente a Dios. La vida de estos hombres, el carácter que adquirieron y la poderosa obra que Dios realizó mediante ellos, atestiguan lo que él hará por aquellos que reciban sus enseñanzas y sean obedientes.
Cuanto más amemos a Cristo mayores bienes haremos. Si ponemos el yo a un lado, dejamos obrar al Espíritu Santo en nuestros corazones y vivimos una vida completamente consagrada a Dios nuestra utilidad no conocerá límites. Dios está dispuesto a instruirnos día tras día, hora tras hora, con tal de que estemos dispuestos a soportar la disciplina necesaria, sin quejarnos ni desmayar por el camino. Él anhela revelar su gracia. Si estamos dispuestos a remover los obstáculos, él derramará las aguas de salvación en raudales abundantes mediante los conductos humanos. Si motiváramos a los humildes a hacer todo el bien que pueden hacer, y nadie los estorbara, habría cien personas trabajando para Cristo donde hay actualmente una sola.
Dios nos acepta tal como somos, y nos educa para su servicio, si estamos dispuestos a entregarnos a él. Cuando recibimos el Espíritu de Dios en el alma, revitaliza todas nuestras facultades. Bajo la dirección del Espíritu Santo, la mente consagrada sin reserva a Dios, se desarrolla de forma equilibrada y se fortalece para comprender y cumplir los requisitos de Dios. El carácter débil y vacilante se transforma en un carácter fuerte y firme. La devoción continua establece una relación tan íntima entre Jesús y su discípulo, que el cristiano llega a ser semejante a Cristo en mente y carácter. Mediante su relación con Cristo, tendrá objetivos más amplios y elevados. Su discernimiento será más agudo, su juicio mas equilibrado. El que anhela servir a Cristo queda tan revitalizado por el poder del Sol de justicia, que puede llevar mucho fruto para gloria de Dios.
Hombres y mujeres de la más alta educación en las artes y las ciencias han aprendido preciosas lecciones de los cristianos de vida humilde a quienes el mundo llamaba ignorantes. Pero estos discípulos habían obtenido su educación en la más prestigiosa de todas las escuelas: Se habían sentado a los pies de Aquel que habló como «jamás hombre alguno ha hablado» (Juan 7: 46)
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