La enfermedad no sobreviene nunca sin causa. Descuidando
las leyes de la salud se le prepara el camino y se la invita a venir.
Muchos sufren las consecuencias de las transgresiones de sus padres.
Si bien no son responsables de lo que hicieron éstos, es, sin embargo,
su deber averiguar lo que son o no son las violaciones de las leyes
de la salud. Deberían evitar los hábitos malos de sus padres, y por
medio de una vida correcta ponerse en mejores condiciones.
Los más, sin embargo, sufren las consecuencias de su mal comportamiento. En su modo de comer, beber, vestir y trabajar, no hacen
caso de los principios que rigen la salud. Su transgresión de las
leyes de la naturaleza produce resultados infalibles, y cuando la
enfermedad les sobreviene, muchos no la achacan a la verdadera
causa, sino que murmuran contra Dios. Pero Dios no es responsable
de los padecimientos consiguientes al desprecio de la ley natural.
Dios nos ha dotado de cierto caudal de fuerza vital. Nos ha
formado también con órganos adecuados para el cumplimiento de
las diferentes funciones de la vida, y tiene dispuesto que estos órganos funcionen armónicamente. Si conservamos con cuidado la
fuerza vital, y mantenemos en buen orden el delicado mecanismo
del cuerpo, el resultado será la salud; pero si la fuerza vital se agota
demasiado pronto, el sistema nervioso extrae de sus reservas la fuerza que necesita, y cuando un órgano sufre perjuicio, todos los demás
quedan afectados.
Debemos hacer dieta y practicar remedios naturales empezando con ejercicios constantes regulados dia a dia;beber mucho agua, alimentacion a base de verduras , legumbres sin carne ni pescados, tomar el sol, aire puro en el campo y una vida ordenada de trabajo ;y todo ello vigorizará todos los órganos de nuestro cuerpo humano
Un saludo
Eliseo Cuesta
Un saludo
Eliseo Cuesta
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