El destino del Mundo

Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos

viernes, 24 de abril de 2020

Gozo de todo cristiano

EL GOZO DE NUESTRO SALVADOR se cifraba en levantar y redimir a los hombres y las mujeres caídos. Para lograrlo, «Jesús, […] renunciando a una vida placentera, afrontó sin acobardarse la ignominia de la cruz» (Heb. 12: 2, LPH). Así también los ángeles se dedican de modo permanente al servicio en favor de la felicidad de otros, y en ello se gozan.
Aquello que los corazones egoístas considerarían ocupación degradante: servir a los desvalidos y en todo sentido inferiores a ellos mismos en posición y categoría, es la obra de los ángeles exentos de pecado. El espíritu de amor y abnegación que manifiesta Cristo es el espíritu que llena los cielos, y es la misma esencia de su gloria. Es el espíritu que manifestarán los discípulos de Cristo en el cumplimiento de su misión.
Cuando atesoramos el amor de Cristo en el corazón, así como una dulce fragancia no puede ocultarse, su divina influencia será percibida por todos aquellos con quien nos relacionemos. El espíritu de Cristo en el corazón es como un manantial en un desierto, que fluye para revitalizarlo todo, y despertar, en los que ya están por perecer, ansias de beber del agua de la vida.— El camino a Cristo, cap. 9, pp. 113-114.
Dejada a sí misma, nuestra voluntad no tiene verdadero poder para resistir y vencer el mal. Las defensas espirituales quedan destruidas. El ser humano carece de cerca protectora contra el pecado. Desechadas las restricciones de la Palabra de Dios y de su Espíritu, ya no sabemos en qué abismos podemos hundirnos.— El ministerio de cu-ración, cap. 36, p. 303.
Si hemos de aprender de Cristo, debemos orar como los discípulos habían hecho cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre ellos. Necesitamos ser bautizados por el Espíritu de Dios. No estaremos seguros, ni siquiera por un momento, si estamos fa-llando en obedecer a la Palabra de Dios.









Un saludo
Eliseo Cuesta

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