Al recibir la maldición de Dios, Caín se había retirado de la familia de sus padres. Había escogido primeramente el oficio de labrador, y luego fundó una ciudad, a la cual dio el nombre de su hijo mayor. Génesis 4:17. Se había retirado de la presencia del Señor, desechando la promesa del Edén restaurado, para buscar riquezas y placer en la tierra maldita por el pecado, y así se había destacado como caudillo de la gran multitud que adora al dios de este mundo.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 67 (1890). {EUD92 112.1}
Durante algún tiempo, los descendientes de Noé continuaron habitando en las montañas donde el arca se había detenido. A medida que se multiplicaron, la apostasía no tardó en causar división entre ellos. Los que deseaban olvidar a su Creador y desechar las restricciones de su ley, tenían por constante molestia las enseñanzas y el ejemplo de sus piadosos compañeros; y después de un tiempo decidieron separarse de los que adoraban a Dios. Para lograr su fin, emigraron a la llanura de Sinar, que estaba a orillas del río Eufrates… {EUD92 112.2}
Decidieron construir allí una ciudad, y en ella una torre de tan estupenda altura que fuera la maravilla del mundo.Génesis 11:2-4.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 111-112 (1890). {EUD92 112.3}
Las ciudades son semilleros de vicio
La persecución de los placeres y las diversiones se centraliza en las ciudades. Muchos padres que se establecen en la ciudad con sus hijos, pensando darles mayores ventajas, se desilusionan, y demasiado tarde se arrepienten de su terrible error. Las ciudades de nuestros días se están volviendo rápidamente como Sodoma y Gomorra. Los muchos días feriados estimulan la holgazanería. Los deportes excitantes—el asistir a los teatros,* las carreras de caballos, los juegos de azar, el beber licores y las jaranas—estimulan todas las pasiones a una actividad intensa. La juventud es arrastrada por la corriente popular.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 35 (1900). {EUD92 113.1}
Me ha sido mostrado que las ciudades se llenarán de confusión y crímenes; y que todas estas cosas aumentarán hasta el fin de la historia del mundo.—Joyas de los Testimonios 3:115 (1902). {EUD92 113.2}
En el mundo entero, las ciudades se vuelven semilleros del vicio. Por doquiera se ve y oye el mal. En todas partes se encuentran incentivos a la sensualidad y a la disipación.—El Ministerio de Curación, 281 (1905). {EUD92 113.3}
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