Dios “ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo.” Cristo nos dice cuándo ha de iniciarse ese día. No afirma que todo
el mundo se convertirá, sino que “será predicado este evangelio
del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los Gentiles; y
entonces vendrá el fin.” Mediante la proclamación del Evangelio
al mundo, está a nuestro alcance apresurar la venida de nuestro
Señor. No sólo hemos de esperar la venida del día de Dios, sino
apresurarla.
Si la iglesia de Cristo hubiese hecho su obra como el Señor le ordenaba, todo el mundo habría sido ya amonestado, y el
Señor Jesús habría venido a nuestra tierra con poder y grande gloria.
Después que hubo indicado las señales de su venida, Cristo dijo:
“Cuando viereis hacerse estas cosas, conoced que está cerca, a las
puertas.” “Mirad, velad y orad.”
Dios advirtió siempre a los hombres
los juicios que iban a caer sobre ellos. Los que tuvieron fe en su
mensaje para su tiempo y actuaron de acuerdo con ella, en obediencia
a sus mandamientos, escaparon a los juicios que cayeron sobre los
desobedientes e incrédulos. A Noé fueron dirigidas estas palabras:
“Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de
mí.” Noé obedeció y se salvó. Este mensaje llegó a Lot: “Levantaos,
salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad.” Lot
se puso bajo la custodia de los mensajeros celestiales y se salvó.
En el Monte de las Olivas Así también los discípulos de Cristo fueron advertidos acerca de la
destrucción de Jerusalén. Los que se fijaron en la señal de la ruina
inminente y huyeron de la ciudad escaparon a la destrucción. Así
también ahora hemos sido advertidos acerca de la segunda venida
de Cristo y de la destrucción que ha de sobrecoger al mundo. Los
que presten atención a la advertencia se salvarán.
Por cuanto no sabemos la hora exacta de su venida, se nos ordena
que velemos. “Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando
el Señor viniere, hallare velando.” Los que velan esperando la
venida de su Señor no aguardan en ociosa expectativa. La espera
de la venida de Cristo debe inducir a los hombres a temer al Señor
y sus juicios sobre los transgresores. Les ha de hacer sentir cuán
grande pecado es rechazar sus ofrecimientos de misericordia. Los
que aguardan al Señor purifican sus almas obedeciendo la verdad.
Con la vigilancia combinan el trabajo ferviente. Por cuanto saben
que el Señor está a las puertas, su celo se vivifica para cooperar con
los seres divinos y trabajar para la salvación de las almas. Estos son
los siervos fieles y prudentes que dan a la familia del Señor “a tiempo
... su ración.” Declaran la verdad que tiene aplicación especial a su
tiempo. Como Enoc, Noé, Abrahán y Moisés declararon cada uno la
verdad para su tiempo, así también los siervos de Cristo dan ahora
la amonestación especial para su generación.[ E G W ]
La autora de estas palabras llama la atención de que Cristo dió una señal de inminente destrucción de Jerusalen y puntualizó de que los que se fijaron en la señal... y huyeron de la ciudad escaparon de la destrucción.
Hemos sido advertidos de una pronta venida de nuestro Salvador Jesucristo como la destrucción que ha de sobrecoger a esta Tierra.
Los cristianos ya sabemos de estos acontecimientos ; un temor y amor a nuestro Padre Celestial en la obediencia de sus mandamientos hará de encauzarnos en el verdadero camino a la salvación.
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