El destino del Mundo

Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos

domingo, 25 de diciembre de 2016

NAVIDAD,PASADO,PRESENTE Y FUTURO

* La Navidad siempre es una ocasión para el recuerdo. El recuerdo, como una vela en la oscuridad, brilla más intensamente en Navidad. Y por lo tanto, esta celebración también puede serlo para el perdón y la reconciliación. La Navidad nos desafía a buscar esa unidad familiar que hemos perdido por la fatiga del tiempo durante el año, por los desencuentros o por las peleas estériles. Recordar lo mejor, acogerse a la magia del perdón, dejar lo malo del pasado atrás, liberarse de toda carga negativa es el mensaje de la Navidad.
Nunca son más pertinentes las palabras del evangelio que en esta época navideña: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (S. Mateo 6:12).
*La Navidad siempre es una ocasión para valorar el presente. Porque estamos vivos. La vida es un don de Dios. Y en Navidad debemos agradecer al Creador por ese día más de vida que nos permitió llegar a fin de año. Este agradecimiento bien puede tomar la forma de la solidaridad y del altruismo.
“Ojalá pudiésemos meter el espíritu de la Navidad en frascos y abrir un frasco cada mes del año”, fue el deseo del financista norteamericano Harlan Miller. La Navidad nos trae el mensaje de que el mejor regalo es donarnos a nosotros mismos en favor de nuestro prójimo. Nos dice que “más bienaventurada cosa es dar que recibir” (Hechos 20:35).
*La Navidad siempre es una ocasión para la esperanza. En esta Tierra nació una noche Jesús sin más arma que su inocencia y su vulnerable belleza. El Niño nació para ser el Hijo del Hombre que vino a buscar a los simples, y entre los simples, a los niños; y aun aquellos más simples que los niños lo terminaron recibiendo: el becerro, el asno y el buey. Animales con historia: Perdido de aquel Dios que lo liberó de Egipto, el pueblo de Israel obligó a Aarón a que le hiciera un becerro de oro para que lo adorasen. En Grecia, el buey estaba consagrado a Ares, a Dionisio, a Apolo Hiperbóreo. La burra de Balaam había salvado con su palabra al profeta, y el rey de Persia obligó a su pueblo a que la adoraran. Hasta entonces, reyes y pueblos se habían inclinado ante los becerros, los bueyes y los asnos. Eran los reyes de la Tierra, cuyos pueblos no tenían otro horizonte que el que marcaban las bestias. Un horizonte de muerte.




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