El destino del Mundo

Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos

martes, 5 de abril de 2016

EL TOQUE DE LA FE

AL VOLVER de Gádara a la orilla occidental, Jesús encontró una multitud reunida para recibirle, la cual le saludó con gozo. Permaneció él a orillas del mar por un tiempo, enseñando y sanando, y luego se dirigió a la casa de Leví Mateo para encontrarse con los publicanos en su fiesta. Allí le encontró Jairo, príncipe de la sinagoga. Este anciano de los judíos vino a Jesús con gran angustia, y se arrojó a sus pies exclamando: "Mi hija está a la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá." Jesús se encaminó inmediatamente con el príncipe hacia su casa. Aunque los discípulos habían visto tantas de sus obras de misericordia, se sorprendieron al verle acceder a la súplica del altivo rabino; sin embargo, acompañaron a su Maestro, y la gente los siguió, ávida y llena de expectación. La casa del príncipe no quedaba muy lejos, pero Jesús y sus compañeros avanzaban lentamente porque la muchedumbre le apretujaba de todos lados. La dilación impacientaba al ansioso padre, pero Jesús, compadeciéndose de la gente, se detenía de vez en cuando para aliviar a algún doliente o consolar a algún corazón acongojado. 


































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