El destino del Mundo
Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos
lunes, 4 de abril de 2016
CALLA , ENMUDECE
Habia sido un día lleno de acontecimientos en la vida
de Jesús. Al lado del mar de Galilea, había pronunciado
sus primeras parábolas, explicando de nuevo, mediante
ilustraciones familiares, la naturaleza de su reino y la
manera en que se establecería. Había comparado su
propia obra a la del sembrador, el desarrollo de su reino al
crecimiento de la semilla de mostaza, y al efecto de la
levadura en una medida de harina. Había descrito la gran
separación final de los justos y de los impíos mediante las
parábolas del trigo y de la cizaña, y de la red del pescador.
Había ilustrado la excelsa preciosura de las verdades que
enseñaba, mediante el tesoro oculto y la perla de gran
precio, mientras que en la parábola del padre de familia
había enseñado a sus discípulos cómo habían de trabajar
como representantes suyos.
Durante todo el día había estado enseñando y sanando;
y al llegar la noche, las muchedumbres se agolpaban
todavía en derredor de él. Día tras día, las había atendido,
sin detenerse casi para comer y descansar. Las críticas
maliciosas y las falsas representaciones con que los
fariseos le perseguían constantemente, hacían sus labores
más pesadas y agobiadoras. Y ahora el fin del día le
hallaba tan sumamente cansado que resolvió retirarse a
algún lugar solitario al otro lado del lago.
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