El destino del Mundo

Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos

viernes, 10 de mayo de 2024

LOS DOS TESTIGOS

 A lo largo de los siglos, la Palabra de Dios también ha sido despedaza, cuestionada, descartada, encadenada en monasterios y quemada en plazas públicas. A pesar de todo, la Escritura ha prevalecido.








La iglesia medieval persiguió a los cristianos fieles que creían en la Biblia. No obstante, la Palabra de Dios echó luz sobre la oscuridad. La opresión y la persecución no detuvieron la proclamación de la verdad. Cuando el traductor de la Biblia inglesa William Tyndale fue juzgado por su fe, le preguntaron quién lo había ayudado más a difundir la Palabra de Dios. Reflexionó sobre la pregunta y respondió: “el obispo de Durham”. Los magistrados se quedaron consternados. Tyndale explicó que, en una ocasión, el obispo compró una provisión de sus Biblias y las quemó públicamente. Lo que el obispo no sabía era que había comprado las Biblias a un precio mucho más alto de lo habitual. Con el dinero obtenido, Tyndale pudo imprimir muchas más Biblias de las que se quemaron. La verdad aplastada en el polvo se ha levantado una y otra vez para brillar en todo su esplendor.






Los grandes principios de la ley, que participan de la misma naturaleza de Dios, están entretejidos en las palabras que Cristo pronunció sobre el monte. Quienquiera que edifique sobre esos principios edifica sobre Cristo, la Roca de la eternidad. Al recibir la Palabra, recibimos a Cristo, y únicamente los que reciben así sus palabras edifican sobre él. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. 1 Corintios 3:11. “No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12. Cristo, el Verbo, revelación de Dios y manifestación de su carácter, su ley, su amor y su vida, es el único fundamento sobre el cual podemos edificar un carácter que permanecerá


Cuando se descuida la autoridad de las Escrituras, emergen otras autoridades (humanas) en su lugar. Esto a menudo conduce a la persecución de quienes defienden la Palabra de Dios, lo que sucedió durante el tiempo de la dominación papal, desde 538 d.C. hasta 1798 d.C., cuando la iglesia medieval descendió a una profunda oscuridad espiritual. Los decretos de los hombres sustituyeron a los mandamientos de Dios. Las tradiciones humanas eclipsaron la sencillez del evangelio. La Iglesia Romana se unió al poder secular para extender su autoridad sobre toda Europa.

Durante estos 1.260 años, la Palabra de Dios (sus dos testigos) se vistió de cilicio. Sus verdades quedaron ocultas bajo un vasto cúmulo de tradiciones y rituales. Estos dos testigos seguían profetizando; la Biblia seguía hablando. Aun en medio de esta oscuridad espiritual, la Palabra de Dios se conservó. Había quienes la apreciaban y vivían según sus preceptos. Pero, en comparación con las masas de Europa, eran pocos. Los valdenses, Juan Hus, Jerónimo, Martín Lutero, Ulrico Zwinglio, Juan Calvino, Juan y Carlos Wesley, y una multitud de otros reformadores, fueron fieles a la Palabra de Dios tal como ellos la entendían.

¿Cuáles son algunas de las enseñanzas actuales, que muchos cristianos defienden, que se basan en la tradición y no en la Palabra de Dios?





“Cuando la Biblia fue prohibida por las autoridades civiles y religiosas; cuando su testimonio fue pervertido y se hizo cuanto pudieron inventar los hombres y los demonios para desviar de ella la mente de la gente; cuando los que osaban proclamar sus verdades sagradas fueron perseguidos, traicionados, torturados, confinados en mazmorras, martirizados por su fe u obligados a refugiarse en las fortalezas de las montañas y en las cavernas y las cuevas de la Tierra, entonces los fieles testigos profetizaron vestidos de sacos. Sin embargo, siguieron dando su testimonio durante todo el período de 1.260 años. Aun en los tiempos más sombríos hubo hombres fieles que amaron la Palabra de Dios y fueron celosos de su honor. A esos fieles siervos de Dios les fueron dados sabiduría, poder y autoridad para divulgar su verdad durante todo ese tiempo”



La verdad triunfante

A pesar de los ataques del enemigo, la obra de Dios en la Tierra llegará a un clímax glorioso. El evangelio se predicará a “toda nación y tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6). El gran conflicto entre Cristo y Satanás terminará cuando Cristo derrote completamente a los poderes del infierno. El Reino de Dios triunfará sobre el mal, y el pecado será erradicado para siempre del universo. Apocalipsis 11 comienza con el intento de Satanás, mediante la Revolución Francesa, de destruir la fe cristiana y erradicar la creencia en Dios, pero el capítulo termina con el triunfo del Reino de Dios sobre los principados y las potestades del mal. Es un estímulo para todos los que sobrellevan duras pruebas por la causa de Cristo y su verdad.




Un saludo
Eliseo Cuesta





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