A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión intima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.
Juan 1: 18, NVI
EN UNA OCASIÓN LE PREGUNTARON AL NOVELISTA y dramaturgo canadiense Douglas Coupland cuál era su mayor temor. Su respuesta fue: «Que Dios exista, pero que no se preocupe mucho por nosotros los humanos».*
La declaración de Coupland nos recuerda un interesante relato que cuenta Simon Wiesenthal en su obra clásica sobre el Holocausto. Ahí Wiesenthal narra que una noche, mientras se disponía a dormir, le pareció escuchar voces que murmuraban algo de unas noticias radiales. Al poco rato, su amigo Arthur le aclaró que no se trataba de noticias de radio, sino de lo que alguien le había escuchado decir a una anciana. Entonces Simon le preguntó a su amigo Arthur si la anciana había dicho algo sobre el futuro de ellos, si saldrían de ese infierno, o si finalmente los matarían.
-Nada de eso —respondió Arthur— Lo que ella dijo fue: «Dios debe estar de permiso».
Cuando se levantó en la mañana, Simon no recordaba si la conversación con Arthur había sido real o si todo había sido un sueño. Su amigo le aclaró que no había sido un sueño. Un tal Josek le había preguntado a la anciana si había alguna nueva noticia y ella, levantado sus ojos al cielo, le imploró a Dios «que regresara de su permiso». **
¿Tú qué piensas? ¿Estaba Dios «de permiso» durante las atrocidades del Holocausto? ¿Lo está hoy en un mundo lleno de tanta maldad y sufrimiento? ¡Absolutamente no! Si algo nos recuerda nuestro texto de hoy es que, desde que Jesucristo se hizo hombre, ya no hemos de abrigar duda alguna acerca del profundo amor de Dios por nosotros. Si así no fuera, ¿por qué el Padre permitió que su Hijo sufriera tanto y al final muriera crucificado?
¿Cuál es entonces la noticia? No es, precisamente, que Dios esté de permiso. Es que «de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16). La noticia es que, en nuestros peores momentos, cuando pensamos que Dios nos ha abandonado, es cuando más cerca está de nosotros. La noticia es que, después de haber entregado a su Hijo en sacrificio, Dios no dejará de cumplir su promesa de estar con nosotros «todos los días hasta el fin del mundo».
Tiene sentido. ¿No te parece?
Gracias, Jesucristo, por darnos a conocer el amor del Padre. Gracias porque un día crearás cielos nuevos y una tierra nueva donde more la justicia.
Un saludo
Eliseo Cuesta
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