Apocalipsis 1:2 “que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del
testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto”.
Aquí encuentro que se mencionan tres aspectos en la experiencia testimonial
de Juan. Primero, Juan es el que da testimonio. Nuestro deber como
cristianos es dar testimonio. Uno de los axiomas de la comunicación dice que
es imposible no comunicar. Siempre comunicamos, o con nuestras palabras,
o gestos, o manera de vestir, manera de peinarnos, posturas adoptadas,
palabras escritas, etc.
Nuestra comunicación debe testimoniar, pero ¿de qué? Juan testimonió de la
Palabra de Dios. Para nosotros hoy la Palabra de Dios es la Biblia. Es la
colección de 66 libros contenida en el Canon de Antiguo y Nuevo
Testamentos. Pero para los tiempos de Juan ¿Cuál era la Palabra de Dios?
Pues la colección de libros de Antiguo Testamento que circulaban en rollos y
esto porque el canon del Nuevo Testamento aun no se había cerrado.
Juan también testificó del Testimonio de Jesucristo pero ¿Cuál es? El
testimonio de Jesús es el espíritu de profecía (Ap. 19:10), entonces se refiere
a los escritos que fueron resultado del ejercicio del don de profecía en la vida
de los profetas y escritores bíblicos. La pregunta es: ¿Cuáles fueron los
escritos del espíritu de profecía de los tiempos de Juan, si es que el Antiguo
Testamento ya estaba aceptado? Pues los libros del Nuevo Testamento que
aun no estaban agrupados en un canon. Para la Iglesia Adventista en la
actualidad, el testimonio de Jesucristo vendría a ser los escritos de Elena G.
de White.
Y además, Juan testificó de todas las cosas que vio. Aquí se puede referir a
los hechos que vio en visión, y también a los hechos poderoso de Dios de que
fue testigo a lo largo de vida, primero como discípulo del Señor y luego como
ministro del evangelio.
Hoy tú y yo somos llamados a dar testimonio de la Palabra de Dios (AT y NT),
del Testimonio de Jesús (Espíritu de Profecía) y a tener una experiencia viva
de comunión con Dios y también darla a conocer. Esta es una labor misionera
completa, pues Juan no solo testificó lo que sabía, sino a través del diario
vivir.
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