¿Hoy en día seremos capaces de entregarnos unos a otros en ayuda material y espiritual como hicieron los primeros cristianos?
El Espíritu Santo es el Creador Que se manifiesta en la Creación a través de los Adeptos espirituales Que se han unido con Él y han alcanzado la Autorrealización total (o Realización de Dios) y también a través de Aquellos Que no han entrado todavía en la Morada del Creador, pero han alcanzado la Unión con el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo dirige la actividad de otros espíritus que se encuentran en etapas más tempranas de su desarrollo evolutivo. Él también dirige a los practicantes espirituales que están progresando en el Camino dándoles, por ejemplo, la información profética. Jesús dijo sobre esto lo siguiente: «Pero cuando Él, el Espíritu de la Verdad, venga, los guiará a toda la verdad, porque no hablará por Su propia cuenta, sino que dirá lo que oiga (del Padre y de Jesús) (…)» (Juan 16:13).
Mucho antes de que Jesús dijera estas palabras, el Espíritu Santo participó en la preparación de Su venida a la Tierra (Mateo 1:20) dando a las personas las señales milagrosas de Su misión especial (Lucas 2:25-35; 3:21; Mateo 3:16) y después el Mismo Espíritu Santo participó en la organización del trabajo de Jesús en la Tierra (Lucas 4:1).
Hechos 2:41-47 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.
42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
La vida de los primeros cristianos
43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.
44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;
45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.
46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
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