DIOS Y SU LEY POR ENCIMA DE LOS HOMBRES
( Catecismo de la iglesia Católica)
EL TERCER MANDAMIENTO
“Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo
es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo” (Ex 20, 8-10; Cf. Dt 5, 12-15).
“El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre
también es Señor del sábado” (Mc 2, 27-28).
I EL DÍA DEL SÁBADO
2168 El tercer mandamiento del Decálogo proclama la santidad del sábado: “El día séptimo
será día de descanso completo, consagrado al Señor” (Ex 31, 15).
2169 La Escritura hace a este propósito memoria de la creación: “Pues en seis días hizo el
Señor el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso
bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado” (Ex 20, 11).
2170 La Escritura ve también en el día del Señor un memorial de la liberación de Israel de
la esclavitud de Egipto: “Acuérdate de que fuiste esclavo en el país de Egipto y de que el
Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso el Señor tu Dios te ha
mandado guardar el día del sábado” (Dt 5, 15).
2171 Dios confió a Israel el sábado para que lo guardara como signo de la alianza
inquebrantable (Cf. Ex 31, 16). El sábado es para el Señor, santamente reservado a la
alabanza de Dios, de su obra de creación y de sus acciones salvíficas en favor de Israel.
2172 La acción de Dios es el modelo de la acción humana. Si Dios “tomó respiro” el día
séptimo (Ex 31, 17), también el hombre debe “descansar” y hacer que los demás, sobre
todo los pobres, “recobren aliento” (Ex 23, 12). El sábado interrumpe los trabajos
cotidianos y concede un respiro. Es un día de protesta contra las servidumbres del trabajo y
el culto al dinero (Cf. Ne 13, 15-22; 2 Cro 36, 21).
2173 El Evangelio relata numerosos incidentes en que Jesús fue acusado de quebrantar la
ley del sábado. Pero Jesús nunca falta a la santidad de este día (Cf. Mc 1, 21; Jn 9, 16), sino
que con autoridad da la interpretación auténtica de esta ley: “El sábado ha sido instituido
para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2, 27). Con compasión, Cristo
proclama que “es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de
destruirla” (Mc 3, 4). El sábado es el día del Señor de las misericordias y del honor de Dios
(Cf. Mt 12, 5; Jn 7, 23). “El Hijo del hombre es Señor del sábado” (Mc 2, 28).
LA CONTRADICIÓN DE LOS HOMBRES CON DIOS
( Catecismo de la iglesia Católica)
II EL DÍA DEL SEÑOR
¡Este es el día que ha hecho el Señor, exultemos y gocémonos en él! (Sal 118, 24).
El día de la Resurrección: la nueva creación
2174 Jesús resucitó de entre los muertos “el primer día de la semana” (Mt 28, 1; Mc 16, 2;
Lc 24, 1; Jn 20, 1). En cuanto es el “primer día”, el día de la Resurrección de Cristo
recuerda la primera creación. En cuanto es el “octavo día”, que sigue al sábado (Cf. Mc 16,
1); Mt 28, 1), significa la nueva creación inaugurada con la resurrección de Cristo. Para los
cristianos vino a ser el primero de todos los días, la primera de todas las fiestas, el día del
Señor (“Hè kyriakè hèmera”, “dies dominica”), el “domingo”:
Nos reunimos todos el día del sol porque es el primer día (después del sábado judío, pero también el primer
día), en que Dios, sacando la materia de las tinieblas, creó al mundo; ese mismo día, Jesucristo nuestro Salvador
resucitó de entre los muertos (S. Justino, Apol. 1,67).
El domingo, plenitud del sábado
2175 El domingo se distingue expresamente del sábado, al que sucede cronológicamente
cada semana, y cuya prescripción litúrgica reemplaza para los cristianos. Realiza
plenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sábado judío y anuncia el
descanso eterno del hombre en Dios. Porque el culto de la ley preparaba el misterio de
Cristo, y lo que se practicaba en ella prefiguraba algún rasgo relativo a Cristo (Cf. 1 o 10,
11):
Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva esperanza, no observando ya el sábado,
sino el día del Señor, en el que nuestra vida es bendecida por Él y por su muerte. (S. Ignacio de Antioquía,
Magn. 9, 1).
2176 La celebración del domingo cumple la prescripción moral, inscrita en el corazón del
hombre, de “dar a Dios un culto exterior, visible, público y regular bajo el signo de su
bondad universal hacia los hombres” (S. Tomás de A., s. th. 2-2, 122, 4). El culto dominical
realiza el precepto moral de la Antigua Alianza, cuyo ritmo y espíritu recoge celebrando
cada semana al Creador y Redentor de su pueblo.
La Eucaristía dominical
2177 La celebración dominical del día y de la Eucaristía del Señor tiene un papel
principalísimo en la vida de la Iglesia. “El domingo, en el que se celebra el misterio
pascual, por tradición apostólica, ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial
de precepto” (? CIC can. 1246, 1).
"Igualmente deben observarse los días de Navidad, Epifanía, Ascensión, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo,
Santa María Madre de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción, San José, Santos Apóstoles Pedro y Pablo y,
finalmente, todos los Santos" (? CIC can. 1246, 1).
2178 Esta práctica de la asamblea cristiana se remonta a los comienzos de la edad
apostólica (Cf. Hch 2, 42-46; 1 Co 11, 17). La carta a los Hebreos dice: “No abandonéis
vuestra asamblea, como algunos acostumbran hacerlo, antes bien, animaos mutuamente”
(Hb 10, 25).
La tradición conserva el recuerdo de una exhortación siempre actual: “Venir temprano a la iglesia, acercarse al
Señor y confesar sus pecados, arrepentirse en la oración... Asistir a la sagrada y divina liturgia, acabar su oración
y no marcharse antes de la despedida... Lo hemos dicho con frecuencia: este día os es dado para la oración y el
descanso. Es el día que ha hecho el Señor. En él exultamos y nos gozamos. (Autor anónimo, serm. dom.).
2179 “La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable
en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del obispo diocesano, se
encomienda a un párroco, como su pastor propio” (? CIC can. 515, 1). Es el lugar donde
todos los fieles pueden reunirse para la celebración dominical de la Eucaristía. La parroquia
inicia al pueblo cristiano en la expresión ordinaria de la vida litúrgica, le congrega en esta
celebración; le enseña la doctrina salvífica de Cristo. Practica la caridad del Señor en obras
buenas y fraternas:
No puedes orar en casa como en la iglesia, donde son muchos los reunidos, donde el grito de todos se eleva a
Dios como desde un solo corazón. Hay en ella algo más: la unión de los espíritus, la armonía de las almas, el
vínculo de la caridad, las oraciones de los sacerdotes. (S. Juan Crisóstomo, incomprehens. 3, 6).
La obligación del domingo
2180 El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la ley del Señor: “El domingo y las
demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la misa” (? CIC can.
1247). “Cumple el precepto de participar en la misa quien asiste a ella, dondequiera que se
celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde” (?
CIC can. 1248, 1).
2181 La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso
los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que
estén excusados por una razón seria [por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños
pequeños] o dispensados por su pastor propio (Cf. ? CIC can. 1245). Los que
deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave.”
" Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" ( Hechos 5:29)
Saquen sus propias conclusiones
Eliseo Cuesta