El destino del Mundo

Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos

miércoles, 14 de octubre de 2020

¿ES NECESARIO EL BAUTISMO?

 Durante mi estudio personal comencé a darme cuenta de que

el verdadero cristianismo no es solo creer en la persona de Cristo,

sino creer en su MENSAJE y actuar conforme a éste. Entendí que

un verdadero cristiano debe entregarse por completo a Cristo para

que Cristo viva dentro de él por medio del Espíritu Santo. Como

escribió el apóstol Pablo: “Todos los que son guiados por el Espíritu de

Dios, éstos son hijos de Dios” (Ro. 8:14). Más adelante afirmó: “Con

Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo

en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de

Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gá. 2:20).

Todos necesitamos ayuda – mucha ayuda. Nuestra fuerza

propia no basta para vencer debilidades y pasiones, vencer al

mundo y al mismo Satanás. El Dios que nos formó prometió

darnos la ayuda y fuerza espiritual que necesitamos. Jesús dijo:

“El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi

nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que

yo os he dicho” (Jn. 14:26). Luego afirmó: “Cuando venga el

Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará

por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará

saber las cosas que habrán de venir” (Jn. 16:13).


El principal MENSAJE que Jesucristo vino a predicar fue

el venidero Reino de Dios. Leámoslo en el Evangelio según

Marcos: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea

predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se

ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed

en el evangelio” (Mr. 1:14-15).

Para recibir el Espíritu Santo y ser verdadero discípulo de

Jesucristo, es necesario ARREPENTIRSE de los pecados y CREER

en su evangelio. Si aceptamos el mensaje evangélico sobre el Reino

de Dios, debemos poner nuestra buena voluntad para obedecer las

LEYES de ese reino: Los diez mandamientos. Cuando un joven

le preguntó a Jesús: “¿Qué bien haré para tener la vida eterna?”

(Mt. 19:16), Jesús le respondió: “Si quieres entrar en la vida,

GUARDA LOS MANDAMIENTOS. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús

dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso

testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, amarás a tu prójimo

como a ti mismo” (vs. 17-19). En su respuesta Jesús hizo una

clarísima referencia a los diez mandamientos como CAMINO de

vida para quienes deseen alcanzar el Reino de Dios.

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta,

y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los

que entran por ella... No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará

en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre

que está en los cielos” (Mt. 7:13; 21). Este es el PACTO que

firmamos con nuestro Creador en el bautismo.

Para toda persona que llegue a recibir la salvación de Dios,

la Biblia revela un maravilloso destino, mostrándole que el mismo

Dios se está reproduciendo en nosotros como sus verdaderos hijos

en un proceso que se inicia desde nuestra conversión. Pero

recordemos siempre que la verdadera conversión conlleva una

entrega total de nuestra vida y voluntad al Dios Todopoderoso.

Si nos entregamos a Dios en esa forma, Él nos va a

perdonar, luego a transformar y finalmente nos hará entrar en

el glorioso Reino como verdaderos hijos. Sin embargo, durante el

proceso, vamos a encontrar muchas dificultados y sufriremos

persecuciones al tratar de vivir conforme a las instrucciones de Dios

en lugar de seguir las tradiciones y costumbres de los hombres.

Pero jamás olvidemos las palabras del apóstol Pablo: “Tengo por

cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables

con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro. 8:18).

Nuestro pacto personal con el Creador al bautizarnos

incluye un compromiso de cambiar a lo largo de nuestra vida.

Debemos cambiar en lo que sentimos, en lo que hacemos, y

primordialmente en lo que SOMOS interiormente. La verdadera

conversión nos lleva a ser “hechos conformes a la imagen de su

Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”

(Ro. 8:29).


Un saludo hermanos

ELISEO CUESTA