El destino del Mundo

Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos

viernes, 4 de agosto de 2017

La Prioridad de la Promesa

Para Estudiar y Meditar:

“Durante su servidumbre, el pueblo de  Israel había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.
“Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar” (PP 388).
“La ley de Dios, pronunciada con grandiosidad aterradora desde el Sinaí, es el dictamen de condenación para el pecador. Le corresponde a la ley condenar, pero no hay en ella poder para perdonar o redimir. Es ordenada para vida; lo que caminen en armonía con sus preceptos recibirán la recompensa de la obediencia; pero causa servidumbre y muerte para los que permanecen bajo su condenación” ”.—“Comentarios de Elena G. de White”, Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1094.

Resumen: La promulgación de la ley en Sinaí no invalidó la promesa que Dios hizo a Abraham, ni tampoco alteró las estipulaciones de la promesa. La ley fue dada para que el pueblo pudiera captar la verdadera extensión de su pecaminosidad y reconocer su necesidad de la promesa de Dios a Abraham y sus descendientes.



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